Aunque seguramente se podrían detectar mayor número
de marcos interpretativos de la educación desde la sociología,
aquí nos centraremos en cinco grandes paradigmas clásicos:
los enfoques funcionalistas (que arrancarían de Durkheim), los marxistas,
los weberianos, los interpretativos y, por su imposible encasillamiento
en uno u otro paradigma y la trascendental importancia de sus aportaciones,
la obra de Bourdieu. Al considerar tan solo estos paradigmas clásicos,
quedan fuera de esta introducción enfoques actuales como el post-modernismo,
el feminismo, el multi-culturalismo y un largo etcétera.
1 ENFOQUES FUNCIONALISTAS
Los funcionalistas sugieren que deberíamos empezar con un análisis
lógico del concepto de sociedad y preguntarnos qué ocurriría
si una sociedad -grande o pequeña, simple o compleja- ha de sobrevivir
y desarrollarse. Obviamente, dicen, esta sociedad debe reclutar nuevos
miembros a medida que desaparecen las viejas generaciones. Debe alimentarlos
y vestirlos. Debe existir un lenguaje común y debe haber algún
grado de acuerdo con respecto a los valores básicos entre los miembros
para evitar el conflicto abierto. Por tanto, si una sociedad ha de desarrollarse
tiene que resolver determinados problemas.
En la teoría funcionalista a los mecanismos de resolución
de problemas se les denomina instituciones. Ejemplos de estas instituciones
son la familia, la cual ayuda a resolver el problema del suministro de
nuevos miembros; las instituciones económicas, que sirven para alimentar
y vestir a la población; las instituciones políticas, las
cuales coordinan las actividades de los diferentes sectores de la sociedad;
las instituciones religiosas, las cuales contribuyen al mantenimiento de
los valores básicos; y la educación, la cual ayuda a resolver
el problema de la formación de la juventud.
Al igual que ya hiciera Durkheim, algunos funcionalistas establecen
una analogía con el cuerpo humano. Del mismo modo que en el cuerpo
humano, en la sociedad cada parte o cada institución tiene una función
(o funciones) específica y las distintas partes de la sociedad son
inter-dependientes. Por ejemplo, la educación está conectada
en modos diversos con las instituciones económicas, familiares,
políticas y religiosas. Las instituciones sociales son estructuras
complejas. Sin embargo, los funcionalistas reconocen que la analogía
orgánica no puede llevarse demasiado lejos. En el organismo vivo
las células están programadas por naturaleza para desempeñar
sus funciones. En la sociedad estos roles están ocupados por personas
que no están biológicamente programadas. Si una institución
ha de funcionar con eficacia, la gente ha de ser forzada o inducida a cumplir
sus roles. Es aquí donde los funcionalistas introducen los conceptos
de cultura y de socialización, y abandonan la analogía orgánica.
1.1. Durkheim
Durkheim es sin duda el sociólogo clave en la constitución
de la sociología de la educación como un campo autónomo
de análisis social. No solo fue el primer sociólogo en ocupar
un cátedra de sociología de la educación, sino que
fue el único de los "padres fundadores" de la sociología
que reflexionó de un modo explícito y extenso sobre la educación.
De hecho, su pensamiento educativo se conforma como una ruptura epistemológica
con la pedagogía de su época, la cual constituía la
visión hegemónica sobre la educación.Las doctrinas
pedagógicas se oponían a la mirada sociológica. Los
pedagogos consideraban la educación como algo eminentemente individual,
de modo que la pedagogía es un corolario de la psicología.
Al desconectar el análisis educativo de los condicionantes sociales
se acaba entrando en la metafísica cuestión de qué
sea la naturaleza humana.
Tres aspectos de la sociología de Durkheim fueron decisivos para
el desarrollo de la sociología funcionalista de la educación.
Primero desarrolló la tesis histórica de que las transformaciones
en los sistemas educativos eran la consecuencia causal de cambios económicos
y sociales externos en la sociedad considerada globalmente. En segundo
lugar afirmó que las características específicas de
las estructuras educativas y sus contenidos culturales guardaban una fuerte
relación con las necesidades de la sociedad. En tercer lugar, como
consecuencia de la transición de una sociedad mecánica a
otra orgánica, se hace precisa una mayor individualización
y esto se refleja en los cambios en la pedagogía y en la organización
escolar.
Su sociología de la educación constituye una prolongación
y profundización de su sociología general. Algunos de los
párrafos de su obra (póstuma, fruto de la recopilación
de lecciones impartidas en la Universidad de Burdeos) Educación
y sociología son paráfrasis de Las reglas del método
sociológico.
Como señalaba Lerena, Durkheim es el último gran sociólogo
que trata de distinguir, pero no de separar, la teoría de la práctica.
No renuncia a relacionar la política con el conocimiento. La sociología
debe contribuir a consolidar la política republicana en el contexto
francés de laicización de la enseñanza. El sistema
educativo constituía el elemento clave para imponer una doctrina
moral que diera coherencia a la república.
La sociología de la educación de Durkheim es producto
de una crítica de la concepción idealista de la educación
presente en las doctrinas pedagógicas. Educación y sociología
desmonta la antropología kantiana. Para Kant la educación
consiste en el desarrollo armónico de las facultades humanas. Durkheim
destruye este discurso pedagógico a partir de tres líneas
de ruptura. En primer lugar no se ocupa de la educación de un modo
teórico, sino que la analiza como un conjunto de prácticas
y de instituciones sociales. La educación hay que estudiarla como
lo que es, o sea, como un hecho social, desde fuera, como si se tratase
de una cosa. El objeto de la sociología de la educación lo
constituye el sistema educativo. En segundo lugar la educación no
provoca un proceso de desarrollo natural, sino de creación, de producción.
Esa creación no puede ser natural, sino que es social y, por tanto,
inarmónica. La práctica educativa humaniza, crea a las personas.
La práctica educativa no consiste en un proceso de extracción
como plantea Kant, quien en esto sigue la tradición mayeútica
de Sócrates. Para sacar o extraer algo del alumno es preciso suponer
que ese algo preexiste en él desde su nacimiento, algo que tuviera
que hacer aflorar el proceso educativo. Dado que, de acuerdo con Durkheim,
no existe algo a lo que se pueda denominar naturaleza humana, la práctica
educativa no se limita a desarrollar una preexistente naturaleza del hombre,
sino que lo crea. En tercer y último lugar Durkheim señala
que para el pensamiento idealista la función del maestro consistiría
tan solo en enseñar, obviando la evidencia de la asimetría
característica de toda clase de relaciones pedagógicas o
educativas: se trata de unas relaciones de dominación ideológica.
Incluso llega a plantear el paralelismo entre educación e hipnosis.
El lugar de la educación y de la escuela es el lugar del poder.
Las relaciones educativas o pedagógicas no son relaciones de comunicación.
La función del maestro iría más allá de la
función de enseñar. El sistema educativo, llega a decir,
es un instrumento de dominación de las almas. La escuela es una
institución de poder. La función de la escuela es la imposición
de la legitimidad de una determinada cultura o forma de vida.
El mundo de la educación cumple los dos requisitos básicos
para que pueda constituirse en objeto de una ciencia. En primer lugar está
constituido por un conjunto de prácticas, de maneras de proceder,
de costumbres, que son realidades todas ellas exteriores e independientes
de la voluntad individual. El segundo requisito es la homogeneidad de estas
prácticas, las cuales, en el caso de la educación, consisten
en la acción ejercida por la generación adulta sobre la joven.
Para Durkheim los hechos sociales deben ser considerados como cosas
naturales. Esto significa que cuando tratamos de comprender una parte de
la sociedad, como es la educación, en primer lugar debemos suministrar
una definición del fenómeno que se va a estudiar. Una vez
hecho esto podemos buscar una explicación del hecho social que sea
causal y funcional. Cuando se refiere a una explicación causal insiste
en que se debe rehusar cualquier explicación basada en los propósitos,
intenciones y acciones de los individuos o de grupos identificables; más
bien hay que buscarla en términos de fuerzas sociales impersonales.
Por ejemplo, para entender el sistema educativo español, la explicación
debería efectuarse al nivel de la relación de la educación
con la economía, el sistema político, el sistema de clases
y las corrientes de opinión de la sociedad. En segundo lugar, una
explicación funcional debe determinar el modo en que el fenómeno
analizado sirve a la sociedad en lugar de a los individuos,a las necesidades
generales del organismo. Esencialmente significa que el sociólogo
debe considerar qué papel desempeña cualquier fenómeno
social en el mantenimiento del orden y de la estabilidad social. En el
libro Educación y sociología encontramos la típica
explicación funcional de Durkheim. Aquí se define a la educación
como la influencia de las generaciones adultas sobre aquellos aun no preparados
para la vida. La primera función de la educación no es el
desarrollo de las habilidades y potencialidades de cada individuo, sino
que consiste en el desarrollo de aquellas capacidades y habilidades que
precisa la sociedad.
Todas las sociedades tienen necesidad de una cierta especialización.
Una de las funciones de la educación es preparar a la gente para
el medio particular al que están destinados. No obstante, todas
las formas de educación contienen un núcleo común
que reciben todos los niños (educación básica). Toda
sociedad precisa un similitud básica de pensamiento, valores y normas
entre sus miembros para perseverar en la existencia.
1.2. Parsons
De acuerdo con Parsons uno de los hechos claves de la modernización
es la revolución educativa. Una de las características fundamentales
de esta revolución es la inmensa extensión de la igualdad
de oportunidades. Sin embargo, esta igualdad de oportunidades acarrea diferencias
de logro, las cuales provienen del hecho que los individuos son distintos
en lo que se refiere a su habilidad, sus orientaciones familiares -diferentes
aspiraciones y actitudes en la familia con respecto a la educación-
y sus motivaciones individuales -variaciones en el nivel de interés
en la educación y en el deseo de los alumnos de ser aplicados y
trabajar duro. Las diferencias en el logro educativo introducen nuevas
formas de desigualdad, dado que las credenciales educativas determinan
el empleo que se termina por ocupar.
La principal función del sistema educativo es legitimar esas
desigualdades, lo que se consigue a través del proceso de socialización.
La educación extiende la ideología de la igualdad de oportunidades
y del logro, y esta ideología es uno de los elementos clave de la
cultura común que existe en las sociedades modernas.
En el aula todos los alumnos empiezan desde el mismo punto de partida.
Sin embargo, Parsons admite que las diferencias relativas a los roles sexuales
son anteriores a la escuela y algunos alumnos tienen una mayor grado de
independencia que otros. Por independencia quiere significar el grado de
auto-suficiencia del alumno con respecto al profesor, su capacidad de asumir
responsabilidades.
Cuando acceden a la escuela todos los alumnos son tratados del mismo
modo: se les asignan los mismos deberes y son evaluados siguiendo criterios
objetivos. Gradualmente los alumnos son diferenciados a partir del logro:
unos rinden más que otros. Hay dos tipos de logro que se deben obtener
en la educación. Uno es el aprendizaje puramente cognitivo de información
y destrezas y el otro es lo que se puede llamar aprendizaje moral, el cual
implica el ejercicio de una ciudadanía responsable en la comunidad
escolar.
En su famoso artículo "El aula como sistema social" estudia la
escuela en su doble faceta de órgano de socialización y de
órgano de distribución de los recursos humanos o de mano
de obra. El criterio utilizado por la escuela para hacer esa doble operación
es distinto al de la familia: es el criterio del rendimiento. Por este
motivo, el mundo de la escuela supone para el alumno una ruptura de las
reglas de juego que hasta entonces le habían sido aplicadas. La
familia está estructurada, funciona, sobre la base de elementos
biológicos: sexo, rango de nacimiento, edad, elementos adsriptivos
que chocan con las reglas del funcionamiento escolar. La familia trata
incondicionalmente al niño. Es decir, el niño es valorado
y querido por el mero hecho de pertenecer a la familia. Sin embargo, la
escuela anticipa al niño cómo va a ser tratado por la sociedad
y su cometido consiste en que el niño internalice esas reglas de
juego, que se entrene en su ejercicio, y que compruebe los efectos de su
aplicación. Este trato que por primera vez recibe el niño,
puede constituir una fuente de tensiones internas, las cuales pueden resultar
aliviadas en virtud de una serie de mecanismos, como son el apoyo familiar,
la imparcialidad del profesor, el carácter maternal de la profesora
(sic) para con los niños más pequeños y por
el trato con el grupo de amigos.
El profesor es el representante de la sociedad adulta y tiene expectativas
difusas con respecto al futuro académico de sus alumnos. Los componentes
cognitivos de la instrucción no pueden separarse de los morales
y la diferenciación gradual será consecuencia de los resultados
académicos. Este proceso lleva a una jerarquía académica
a partir de las calificaciones y constituye un criterio clave para la asignación
de estatus futuros en la sociedad. El hecho de que el profesorado en primaria
sea mayoritariamente femenino implica que la profesora compagina el rol
de madre con el de profesora, complementando de este modo los aspectos
cognitivos con los emocionales. Sin embargo, privilegiará el aspecto
cognitivo, dado que su papel consiste en legitimar la diferenciación
de sus alumnos a partir de su éxito académico. El tamaño
de la clase le impide tratar a los alumnos de un modo particularista, forzando
la adopción de normas universales de tratamiento y de evaluación.
La rotación de profesores cada año contribuye a eliminar
la tendencia hacia la intimidad o el particularismo. Con el cambio de profesores
el alumno aprende a distinguir el rol del profesor de la personalidad de
este.
El proceso selectivo promovido por la escuela coloca a los niños
en una situación novedosa para ellos. Esta situación se define
por cuatro características.
1. Igualdad formal de los niños ante el maestro y ante
el régimen de competencia entre ellos. Parsons insiste en que la
escuela no solo valora el rendimiento puramente intelectual. Un buen alumno
internaliza los valores escolares y los materializa en un correcto comportamiento.
2. Los niños tienen que realizar una serie de tareas completamente
afines y no tareas desiguales, como ocurre en el trabajo de los adultos.
Por esta razón la situación de competencia es más
aguda que la vivida en el mundo de los adultos.
3. Se da una clara bipolarización entre la esfera de los adultos,
representada por el profesor, y la esfera de los escolares. El logro de
una buena identificación con el profesor es determinante de la carrera
escolar: quienes lo consiguen tienen mayores posibilidades de llegar a
la universidad; quienes, en cambio, se identifican más con sus compañeros
o grupos de iguales es más probable que abandonen los estudios.
4. Los alumnos son evaluados sistemática, periódica y
formalizadamente.
En definitiva el sistema escolar desempeña cuatro funciones:
1. Emancipa al niño de su primitiva identidad emotiva
con la familia, lo cual es un pre-requisito de la constitución de
una personalidad independiente.
2. Inculca al niño una serie de valores que no puede adquirir
en la familia.
3. Diferencia y jerarquiza al alumnado según su rendimiento.
4. Selecciona y distribuye los recursos humanos a partir de la estructura
funcional de la sociedad adulta.
Para Parsons en la sociedad existe una cultura indivisa siendo la cultura
escolar una reproducción de aquella. La escuela es neutral y el
proceso de selección está presidido por principios universalistas
y conduce a estatus adquiridos (frente a los adscritos de la era pre-moderna).
1.3. Teoría del capital humano
Tras la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos y la URSS entraron
en lo que se denominó la guerra fría, guerra no solo política,
sino también ideológica. Ambos países trataron de
encontrar sistemas de educación que produjeran los científicos
necesarios como para ser el primer país a escala mundial. Estados
Unidos vivía bajo el síndrome de lo que dio en llamarse efecto
Sputnik, derivado del adelanto soviético en la carrera espacial.
Esta preocupación por los recursos humanos marcó de modo
profundo la teoría funcionalista sobre la educación en los
años 50.
La hipótesis central de la teoría del capital humano es
la de la productividad de la educación, demostrada por la rentabilidad
de invertir en ella, tanto para las colectividades como para los individuos.
El método más utilizado para demostrarla es el cálculo
de los rendimientos privados o directos de las inversiones en educación,
mediante la determinación de las diferencias de ingresos en el conjunto
de la vida activa de individuos con distintos niveles de educación.
El creciente cambio tecnológico de la sociedad moderna requiere
sucesivos "ejércitos" de especialistas y expertos. Al sistema educativo
corresponde entrenarlos y seleccionarlos. Esto implica la expansión
y especialización del sistema de enseñanza a la vez que un
alto grado de rendimiento del mismo.
La educación no solo adquiere una relevancia de primer orden,
sino que se hace instrumental y dependiente de la economía. El énfasis
en la rentabilidad de la inversión en educación era una propuesta
política en la que coincidían conservadores interesados en
el crecimiento económico sin revoluciones y progresistas interesados
en la igualdad social. En general, la expansión de la educación
resultaba inobjetable desde cualquier punto de vista político y
económico.
La teoría del capital humano tenía un rasgo que provocaba
actitudes de rechazo en la izquierda y es el supuesto de que puede considerarse
a la fuerza de trabajo como un capital. A partir de aquí todos los
miembros de una sociedad serían capitalistas: unos poseen el capital
económico y otros el humano: tous frères, tous amis.
De este modo, la responsabilidad por las desigualdades recae sobre cada
individuo: cada cual tendrá el grado de capital humano resultado
de la inversión en formación que haya acometido.
La idea central de la meritocracia es la de la persistencia de las desigualdades
y jerarquías funcionalmente necesarias, cuya distribución
se realiza de tal modo que se aprovechan de modo óptimo los recursos
humanos básicos de la sociedad. El tipo ideal de sociedad meritocrática
implica:
a) Que las posiciones sociales se distribuyen de acuerdo con
el mérito y la cualificación, no según la filiación
hereditaria.
b) Que la educación formal es el medio principal de adquirir
estas cualificaciones.
c) Que para todo individuo la posibilidad de acceso a la educación
formal solo depende de sus preferencias y capacidades.
d) Que estas capacidades intelectuales se distribuyen al azar entre
cualesquiera grupos de la población.
Los críticos de la meritocracia han tendido a señalar, apoyándose
en datos empíricos, que de hecho las sociedades avanzadas actuales
no son meritocráticas, bien porque la educación no es el
principal criterio de estratificación, bien porque, en la medida
en que lo es, tiende a reproducir la estratificación existente.
Por si acaso, o mejor, en cualquier caso, los críticos señalan
asimismo que si la igualdad social es un ideal deseable, no es por el camino
de la educación como se logrará, sino por el de las reformas
estructurales directas.
1.4. Bernstein: la teoría de los códigos lingüísticos
Todas las clases, independientemente de la asignatura de que se trate,
consisten en actividades lingüísticas. El lenguaje es un hecho
central en las escuelas. En nuestra cultura enseñar es hablar. Si
un alumno permanece en la escuela entre los cuatro y los dieciséis
años, se calcula que habrá escuchado a sus profesores durante
unas 8.000 horas.
Muchas veces se dice que un profesor ante todo es un profesor de lengua.
En muchas ocasiones los profesores no reconocen una idea como válida
sino se expresa en el estilo y terminología a la que está
habituado. La socióloga británica Neill Keddie proporciona
un ejemplo de cómo un profesor presta más atención
al estilo lingüístico de un alumno que a la idea expresada.
En una lección de ciencias se enseña un feto en el interior
de un útero. Un chico pregunta"¿qué hace cuando tiene
que ir al servicio?". Una formulación más convencional de
esta pregunta sería: ¿cómo elimina sus desechos corporales?
Se trata de una pregunta razonable y muestra que el alumno piensa por sí
mismo, pero no se expresa en el estilo convencional. El profesor posteriormente
comentó que el alumno estaba de guasa.
Algo similar ocurre con los acentos regionales. El profesor tiende a
considerar como menos inteligentes a aquellos alumnos con acentos marcadamente
regionales. A los hablantes de la lengua estándar de un país
se les considera más inteligentes, más dignos de confianza.
Bernstein parte del análisis de la idea de que se suele considerar
el lenguaje de la clase obrera inadecuado para el tipo de tareas intelectuales
o cognitivas que constituyen la base de la educación. Para esto
arranca del experimento de Hawking, experimento que consistía en
presentar a unos niños de educación primaria una serie de
viñetas de modo que las describiesen. Se trataba de unos niños
que aperecen jugando al balón. En una escena uno de los niños
lo golpea con excesiva fuerza y el balón rompe el cristal de una
ventana. A continuación una señora sale a la ventana y los
abronca. Pues bien, cuando los niños de clase baja describen estas
viñetas solo comentan algunos retazos: están jugando y uno
da a la pelota y una señora grita. Sin embargo, los niños
de clase media, mayoritariamente, suministran una descripción pormenorizada.
La diferencia entre un tipo de explicación y otra es que con la
lectura del primer tipo de descripción quien no haya visto las viñetas
no sabe en qué consiste la historia, a diferencia de lo que sucede
con el segundo tipo de descripciones.
De acuerdo con Bernstein cuanto más bajo sea el estrato social
mayor es la resistencia a la educación y a la enseñanza formales.
Esta resistencia se expresa de distintos modos: problemas de disciplina,
no aceptación de los valores del profesor, fracaso a la hora de
desarrollar y hacer sentir la necesidad de un vocabulario extenso, una
preferencia por lo descriptivo más que por un proceso cognitivo
analítico. Se trata de una especial sensibilidad hacia el contenido
de los objetos en detrimento de su estructura.
En las clases sociales superiores la socialización está
formalmente organizada. Las decisiones a las que ha de atenerse el niño
se adoptan en función de su eficacia con respecto a fines lejanos
considerados tanto desde el punto de vista intelectual como afectivo. La
conducta se corrige y se orienta en función de un conjunto explícito
de objetivos y de valores, que producen un sistema estable de recompensas
y de castigos. Se establece de este modo, una relación directa entre
la educación y la vida emocional del niño y su futuro. En
estos ambientes, se desalienta la manifestación directa de los sentimientos
y particularmente los sentimientos de hostilidad. Se concede un gran valor
a la verbalización porque la palabra sirve de mediadora entre la
expresión del sentimiento y las formas socialmente reconocidas de
manifestación de ese sentimiento.Cada vez que el niño habla,
se puede verificar la excelencia de su socialización. El lenguaje
no es un simple apoyo de la comunicación, sino que condiciona su
comportamiento en toda una serie de contextos diversos. Este proceso de
subordinación del comportamiento a los significados elaborados verbalmente
se convertirá progresivamente en un instrumento esencial de la evolución
que conduce al niño a la autonomía. El tipo de habla dominante
y característico en las clases superiores, tiene la particularidad
de convertir el lenguaje en un objeto especial y de desarrollar una actitud
reflexiva con respecto a las posibilidades estructurales de organización
de la frase. En este tipo de discurso, resulta relativamente difícil
prever la estructura sintáctica que elegirá el hablante,
el cual utiliza las posibilidades formales de organización de la
frase para clarificar y explicitar los significados. A este tipo de discurso
Bernstein empieza llamándolo lenguaje formal y posteriormente código
elaborado.
La estructura familiar de la clase obrera está menos organizada
formalmente que la de clase media en relación con el desarrollo
del niño. Aunque la autoridad en el seno de la familia es explícita,
los valores que expresan no dan lugar al universo cuidadosamente ordenado,
espacial y temporalmente, del niño de la clase media. El ejercicio
de la autoridad no está relacionado con un sistema estable de recompensas
y castigos, sino que a menudo puede parecer arbitrario. El carácter
específico de los objetivos a largo plazo en el caso de los niño
de clase media tiende a ser reemplazado por nociones más generales
de futuro, en el que la suerte, un amigo o un familiar juegan un papel
más importante que un futuro rigurosamente planificado. No hay continuidad
entre las expectativas de la escuela y las del niño. En la escuela
una actividad o una serie de actividades gozan de sentido con relación
a un fin distante. El niño de clase obrera se preocupa fundamentalmente
del presente, y su estructura social, a diferencia de la del niño
de clase media, le concede pocos apoyos.
El lenguaje entre la madre y el niño es público: es un
lenguaje que contiene pocas aptitudes personales, dado que es esencialmente
un lenguaje en el que el énfasis recae sobre términos emotivos
que emplean un simbolismo concreto, descriptivo, tangible y visual. La
naturaleza del lenguaje tiende a limitar la expresión verbal del
sentimiento. La diferenciación de lo emotivo y de lo cognitivo tiende
a ser tan indiferenciada como el lenguaje. Este tipo de socialización
familiar entra en conflicto con las exigencias de la escuela. El lenguaje
público o código elaborado es un lenguaje para ser utilizado
entre iguales, el cual choca con la jerarquización escolar. El intento
de sustituir un uso diferente del lenguaje crea problemas críticos
para el niño de clase obrera dado que es un intento de cambiar su
sistema básico de percepción.
El siguiente cuadro da cuenta de las principales características
de ambos códigos.
CÓDIGO ELABORADO
|
CÓDIGO RESTRINGIDO
|
1) Precisión de la organización gramatical
y de la sintaxis
2) Matices lingüísticos vehiculados por una construcción
de la frase gramaticalmente compleja, y especialmente por la utilización
de una serie de conjunciones y de proposiciones subordinadas;
3) Uso frecuente de las preposiciones, las cuales indican las relaciones
lógicas, así como de preposiciones que indican la proximidad
espacial y temporal.
4) Uso frecuente de pronombre impersonales: "Se puede afirmar..."
5) Elección rigurosa de los adjetivos y de los adverbios
|
1) Uso frecuente de frases gramaticalmente simples,
cortas, a menudo sin acabar; una construcción sintáctica
pobre con una forma verbal que expresa el estado de ánimo.
2) Uso simple y repetitivo de conjunciones (porque, entonces,..)
3) Uso frecuente de preguntas y órdenes cortas.
4) Uso limitado y rígido de adjetivos y adverbios.
5) Uso infrecuente de pronombres personales.
6) Frases formuladas como preguntas que establecen una circularidad
simpatética, v.g.: no, verdad.
7) Una afirmación de hecho se utiliza tanto como razón
como conclusión, o mejor dicho, la razón y la conclusión
se confunden para producir una afirmación categórica: "Haz
lo que se te dice, no vas a salir, porque lo digo yo,...
8) Uso de frases idiomáticas. |
¿Por qué la clase obrera utiliza el código restringido?
Bernstein lo vincula directamente a sus condiciones materiales de vida.
Si un grupo social debido a su relación de clase, es decir, como
resultado de su función ocupacional común y de su estatus
social, ha desarrollado fuertes lazos comunes; las relaciones de trabajo
de este grupo ofrecen poca variedad o poca capacidad de adopción
de decisiones; si sus reivindicaciones para tener éxito, deben ser
más bien colectivas que individuales; las tareas laborales requieren
manipulación y control físicos, en lugar de control y organización
simbólicos; el hombre subordinado en el trabajo es la autoridad
en el hogar; el hogar está superpoblado y limita la variedad de
situaciones que puede ofrecer; los niños son socializados en un
entorno que ofrece pocos estímulos intelectuales. Si un medio reúne
todos estos atributos, entonces es plausible suponer que tal medio social
generará una forma particular de comunicación que configurará
la orientación intelectual, social y afectiva de los niños.
Lo que Bernstein sugiere es que si observamos las relaciones de trabajo
de este grupo particular, sus relaciones en la comunidad, sus sistemas
de roles familiares, es razonable argumentar que los genes de la clase
social provienen en menor medida de un código genético que
de un código de comunicación que la propia clase social promueve.
Tal código de comunicación enfatizará verbalmente
lo comunal en lugar de lo individual, lo concreto en lugar de lo abstracto,
el aquí y el ahora más que la investigación de los
motivos y propósitos.
Una crítica implícita -dado que no lo interpela directamente-
a los planteamientos lingüísiticos de Bernstein puede encontrarse
en los trabajos del sociolingüista norteamericano Labov. Labov se
propuso comparar los discursos de hablantes de clase baja y de clase media.
Para ello lo que hizo fue acudir, provisto de una grabadora y de unos refrescos,
a las aceras del Bronx donde departió con niños de raza negra
sobre diferentes cuestiones como la existencia de pluralidad de dioses,
el mal, etc. De acuerdo con Labov, lo que se pudo detectar allí
fue un ejemplo de lo que denominó verbalidad, frente a la verbosidad
de que suelen hacer gala los hablantes de clase media. He aquí algunos
fragmentos de las conversaciones mantenidas por uno de los colaboradores
de Labov con Larry H. de 15 años de edad.
JL.: ¿Qué te sucederá cuando mueras?¿Lo
sabes?
Larry: Sí, lo sé.
JL: ¿Qué?
Larry: Cuando te ponen bajo tierra, tu cuerpo se convierte en -ah-
huesos y mierda.
JL: ¿Qué le sucede a tu espíritu?
Larry: Tu espíritu -nada más morir tu espíritu
te abandona.
JL: ¿Y a dónde va tu espíritu?
Larry: Bueno, depende.
JL: ¿De qué?
Larry: Mira, como dicen algunos, si eres bueno y mierda, tu espíritu
va al cielo.. . y si eres malo, tu espíritu va al infierno. ¡Mierda!
Tu espíritu va al infierno de todos modos, seas bueno o malo.
Lary: ¿Por qué?
Larry: ¿Por qué? Te voy a decir por qué. Porque
nadie sabe realmente si existe dios, sabes, porque yo he visto dioses negros,
dioses rosas, dioses blancos, dioses de todos los colores y nadie sabe
si realmente dios existe. Y cuando dicen que si eres bueno vas al cielo,
mierda, porque no vas a ir a ningún cielo, porque no hay cielo adonde
ir.
Larry es un hablante típico del inglés no estándar.
Su gramática -lo que está claro en el inglés original-
presenta muchos ejemplos de rasgos típicos del inglés no
estándar.
Seguidamente Labov propone analizar un fragmento de discurso de un hablante
de clase media superior con estudios universitarios.
CR: ¿Sabes si se puede hacer algo para encontrar
a una persona que se te ha aparecido en sueños?
Charles M.: Bueno, he oído decir a mis padres que algo así
sucede con los sueños y que a veces se hacen realidad. A mí
personalmente nunca me ha sucedido que un sueño se haya hecho realidad.
Jamás he soñado que alguien moría y luego muriese
de verdad, mmm, o que iba a recibir diez dólares al día siguiente
y éstos llegasen de algún modo a mi bolsillo, mmm. No creo
especialmente en ello, no creo que sea verdad. Pienso, no obstante, que
existe algo así como brujería o algún tipo de ciencia
de la brujería. Creo que existe algo así como la brujería.
Creo que existe algo así como que una persona puede ponerse a sí
misma en un estado de ánimo o que se le puede dar algo que la intoxique
y le produzca cierto -cierto estado de ánimo- que podría
considerarse realmente que es brujería.
De acuerdo con Labov todo el discurso de Charles se reduce a utilizar unas
cien palabras para expresar que, a pesar de todo, él cree en la
brujería. Labov explica de qué modo nuestro hablante de clase
media amplía innecesariamente el número de palabras a utilizar.
Así, ejemplo dice: "Pienso, no obstante, que existe [algo así
como] brujerías". Da la impresión de que pienso es
un eufemismo para sustituir "creo". O bien afirma: "[Pienso que] en algunas
culturas [existe algo así com brujería]". Esta repetición
parece destinada únicamente a introducir el término cultura,
el cual indica que el hablante sabe de antropología. Este sería
un típico ejemplo de lo que Labov llama verbosidad, frente a la
verbalidad de Larry.
2. ENFOQUES MARXISTAS
Estos enfoques tienen en común el considerar que el sistema educativo
es una institución que favorece a las clases sociales privilegiadas,
de modo que la escuela se convierte en una institución que justifica
las desigualdades previamente existentes. Aquí vamos a considerar
las aportaciones de Marx, las teorías de la reproducción
social y las teorías de la resistencia.
2.1. Marx
Marx apenas reflexionó explícitamente sobre la educación.
Es en su antropología, especialmente en su reflexión sobre
el hombre total, donde podemos encontrar el soporte teórico de sus
planteamientos educativos explícitos: el aunar educación
y trabajo, la fascinación por la gestión democrática
de las escuelas, etc. Marx se oponía tajantemente a la división
capitalista del trabajo. Al igual que Adam Smith era consciente de que
la parcelación de tareas laborales limita el desarrollo personal.
En El capital afirmaba que parcelar a un hombre equivale a ejecutarlo.
2.1.1. Educación y trabajo
Como recordaba Lerena, Marx coloca el trabajo y el mundo de la producción
en el centro de todos sus planteamientos, incluidos los que hace de la
educación y la escuela. El hombre llega a ser hombre en virtud del
despliegue de su actividad en el trabajo, esto es, por medio de su actividad
práctica.
La unión de instrucción y producción, trabajo intelectual
y trabajo manual, pensamiento y acción, teoría y práctica,
filosofía y técnica, se basa en la necesidad de conseguir
una educación integral o polivalente. Ello supone, necesariamente,
la superación de la dicotomía clásica entre enseñanza
académica, que tiende a formar alumnos para trabajos de abstracción,
dirección y creación, y la enseñanza técnico-
profesional, orientada hacia la simple ejecución de actividades
manuales o para las que apenas se precisa reflexión. En sus escritos
de juventud Marx plantea ya los efectos negativos y perniciosos de la actividad
unilateral producida por la propiedad privada y la división del
trabajo, en contraposición a los efectos positivos y benefactores
derivados de la actividad omnilateral que genera la propiedad colectiva
y la abolición de la división social del trabajo. La nueva
sociedad precisa hombres que ejerciten sus aptitudes en todos los sentidos.
Marx reivindica la unión de enseñanza y producción.Los
niños, desde los nueve años, deben trabajar al tiempo que
son alumnos. Al contrario de lo que hubiese planteado Rousseau, se opone
a separar a los niños de los adultos, a recluirlos en la esfera
artificial de la escuela de saberes abstractos. No se trata tanto de que
los niños produzcan, como de que estén en contacto con el
mundo real, que sean capaces de vincular los conocimientos adquiridos en
la escuela con el mundo de la producción.
La cosa es sencilla. Los alumnos que pasan en la escuela medio día
solamente mantienen constantemente fresco su espíritu y en disposición
casi siempre de recibir con gusto la enseñanza. El sistema de mitad
trabajo y mitad escuela convierte a cada una de estas tareas en descanso
y distracción respecto de la otra, siendo por tanto mucho más
convincente que la duración ininterrumpida de una de ambas.
Los inspectores de fábricas descubrieron rápidamente que
los niños que seguían el régimen de media enseñanza
aprendían tanto, y a veces más, que los alumnos de las escuelas
corrientes. Como decía Lerena la proposición marxiana de
unir enseñanza y producción no solo no es original, sino
que ni siquiera constituye una proposición: era un hecho desde el
movimiento de las escuelas industriales de fines del siglo XVIII. Owen,
por ejemplo, lo había puesto en marcha en New Lanark.
2.1.2. Control de la escuela
Los modelos de descentralización escolar inglés y americano
influyeron en Marx al referirse al carácter estatal de la escuela.
La enseñanza debe ser estatal en lo que se refiere a la fijación
de unas leyes generales y de la financiación. El resto de las competencias
debe correr a cargo de los municipios, los cuales establecerán unos
mecanismos de representación democrática (habla de Consejos
Escolares para la gestión y el control de la enseñanza).
Marx era partidario de sustraer la escuela a toda influencia por parte
del gobierno y de la iglesia. En la
Crítica del Programa de Gotha
afirma: "Eso de la educación popular a cargo del estado es absolutamente
inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general,
los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad
del personal docente, las materias de enseñanza, mediante inspectores
del Estado, como se hace en los Estados Unidos, y otra cosa, completamente
distinta, es nombrar al Estado educador del pueblo!". Como se puede ver
es bastante prudente a la hora de atribuir competencias al estado.
Además plantea la necesidad de que la escuela sea exquisamente
neutra en los temas conflictivos hasta el punto de excluir su enseñanza
del ámbito escolar. De este modo proponía que ni la economía
política ni la religión deberían enseñarse
en las escuelas. Aquí se está planteando una clara diferenciación
entre dos procesos de aprendizaje: el espacio institucional de la escuela
tiene la función de instruir y el espacio no institucional más
difuso de la sociedad tiene la función de educar.
Marx era firme partidario de la enseñanza estatal. En primer
lugar, es obvio que solamente el estado cuenta con y contaba con los recursos
necesarios para poner en pie un verdadero sistema escolar para todos, como
también lo es que solamente con un sistema estatal podía
plantearse seriamente el tema de la gratuidad. En segundo lugar, la creación
de escuelas por los obreros significaba precisamente la caída en
el espectro de la dispersión de fuerzas que tanto temía Marx.En
tercer lugar, Marx era consciente de que dejar la enseñanza a la
iniciativa privada significaría dejarla en manos de quienes contasen
con los recursos necesarios para poner en pie las escuelas. Hay que recordar
que la supresión de la enseñanza privada, o al menos el establecimiento
de la enseñanza pública, era una vieja reivindicación
fundamental y prioritaria en todo programa democrático.
2.2. Teorías de la reproducción social
Estas teorías plantean que la escuela contribuye a la reproducción
de las jerarquías sociales existentes acoplando de un modo no conflictivo
a los individuos en los lugares sociales a los que están destinados.
En este sentido hay coincidencia con el enfoque funcionalista. La diferencia
radica en que para la reproducción social, la escuela reproduce
una estructura injusta de posiciones sociales, favoreciendo a los grupos
sociales dominantes.
El capitalismo actual precisa convencer a la gente de que este sistema
es el único, o por lo menos el mejor posible. Para Gramsci el estado
es mucho más que el aparato coercitivo de la burguesía: incluye
la hegemonía (dominación ideológica) de la burguesía.
Es aquí donde la escuela juega un papel esencial, dado que es en
la escuela donde la reproducción adopta su mejor y más organizada
forma. Los niños acuden a la escuela a una edad temprana y se les
inculca de modo sistemático las destrezas, valores e ideología
que se ajustan al tipo de desarrollo económico adecuado al control
capitalista.
Althusser se convirtió en uno de los soportes básicos
de estas teorías, lo que es especialmente claro en Baudelot y Establet.
De acuerdo con Althusser toda formación social debe reproducir las
condiciones de su producción. Es decir, para que el feudalismo,
el capitalismo o el socialismo funcionen deben reproducir las fuerzas productivas
-la tierra, el trabajo, el capital y el conocimiento incorporado a la producción-
y las relaciones de producción, la jerarquía de poder y de
control entre los señores y los siervos (feudalismo), capital y
trabajo (capitalismo) y funcionarios del partido y trabajadores (socialismo).
¿Cómo tiene lugar la reproducción de la división
del trabajo y de las destrezas en el capitalismo? Aquí Althusser
examina un punto no aclarado, o insuficientemente aclarado, por Marx y
Engels, para los cuales la fuerza de trabajo era homogénea, si exceptuamos
los escritos de Engels referidos a la aristocracia obrera. Althusser sostiene
que a diferencia de las formaciones sociales caracterizadas por la servidumbre,
la reproducción de las destrezas de la fuerza de trabajo tiene lugar
preferentemente fuera del lugar de trabajo y se adquieren mayoritariamente
fuera de la producción: por medio del sistema educativo capitalista.
Las escuelas enseñan a los niños diferentes normas de comportamiento
dependiendo del tipo de empleo que vayan a ocupar. La reproducción
de la fuerza de trabajo no es solo la reproducción de sus destrezas
sino también la reproducción de sus sujección a la
ideología dominante.
¿Cómo se asegura la reproducción de las relaciones
de producción? En su mayor parte se asegura por medio de los aparatos
ideológicos del estado (AEI). Cuando estos no son suficientes se
produce la intervención de los aparatos represivos. A diferencia
de los aparatos represivos, los cuales están constituidos por las
fuerzas represivas (ejército y policía), existe una pluralidad
de aparatos ideológicos, los cuales son los siguientes: el AIE eclesiástico
(las diferentes iglesias); el AIE escolar (escuelas públicas y privadas),
el AIE familiar, el AIE jurídico, el AIE político (el sistema
político, incluyendo en él a los diferentes partidos), el
AIE sindical; el AIE de los medios de comunicación (TV, prensa,
radio,...) y el aparato cultural (literatura, artes, deportes...).
2.2.1. Baudelot y Establet: La teoría de las dos redes.
Estos autores son conocidos fundamentalmente (y esta es la razón
por la que los incluimos en este epígrafe) por su idea de que la
división escolar a continuación de la primaria entre una
red profesional (similar a nuestra FP) y una red académica (similar
a nuestro BUP-COU) responde a la división de la sociedad en dos
clases sociales: burguesía y proletariado. Para la burguesía
la escuela ya es democrática, pero esta democracia no tiene otro
contenido, en una sociedad capitalista, que la relación de división
entre dos clases antagónicas y la dominación de una de esas
clases sobre la otra. La escuela solo tiene sentido para aquellos, y solamente
para aquellos, que han alcanzado la cultura que da la Universidad. De aquí
es de donde sale la gente que redacta las leyes, pronuncia los discursos
y escribe los libros. Son estos quienes constituyen el personal docente.
Para ellos los grados de la primaria y la secundaria aparecen como grados
que conducen al ciclo superior, justamente porque no se quedaron a mitad
de camino y no tuvieron que abandonar. La escuela no es continua y unificada
más que para aquellos que la recorren por entero: una fracción
determinada de la población, principalmente originaria de la burguesía
y de las capas intelectuales de la pequeña burguesía. Para
todos aquellos que abandonan después de la primaria no existe una
escuela: existen escuelas distintas, sin ninguna relación entre
sí.
Hay una relativa continuidad entre la secundaria académica y
el grado superior de las facultades; pero no hay ninguna continuidad entre
la primaria y la enseñanza profesional. Se trata de redes de escolarización
totalmente distintas por las clases sociales a las que están masivamente
destinadas, por los puestos de la división del trabajo a las que
destinan y por el tipo de formación que imparten. La enseñanza
profesional de primer grado no desemboca en la secundaria y en el ciclo
superior, sino en el mercado de trabajo. La prolongación de la escolaridad
obligatoria no acaba con la división en clases, más bien
las agrava. La operación es simple: consiste en re-introducir o
en mantener en el aparato escolar a los individuos que anteriormente estaban
excluidos o ya habían salido.
La existencia de estas dos redes supone dos tipos de prácticas
escolares claramente diferenciadas.
* "La red primaria-profesional está dominada por su
base (el elemento primario) y la red secundaria-superior por su
fin (el elemento superior).
* Las prácticas escolares de la red profesional son prácticas
de repetición, de insistencia y machaqueo, mientras que las prácticas
de la secundaria académica son prácticas de continuidad,
progresivamente graduadas.
* Mientras que la red profesional tiende ante todo a "ocupar", a cuidar
a sus alumnos de la manera más económica y menos directiva
posible, la red secundaria superior funciona en base a la emulación
y a la selección individual.
* En tanto que la red profesional coloca en primer plano la observación
de lo "concreto" a través de la "lección de las cosas", la
red académica reposa en el culto del libro y de la abstracción".
El siguiente cuadro trata de sintetizar estos aspectos.
|
PRIMARIA-PROFESIONAL |
SECUNDARIA-SUPERIOR |
Objetivo
Prácticas escolares
Medios
Prioridad para
Contenido |
reproducción del proletariado
de repetición
ocupar a los alumnos del modo más económico posible (pedagogías
activas)
La observación de lo pseudo-concreto (lecciones de cosas)
Subcultura pequeño-burguesa que dispone a la aceptación
de la dominación de clase |
reproducción de la burguesía
de graduación progresiva
emulación y selección
culto del libro y de la abstracción
adquisición de la cultura burguesa |
A los futuros proletarios se les imparte un cuerpo compacto de ideas
burguesas simples. Los futuros burgueses aprenden, a través de toda
una serie de aprendizajes apropiados a convertirse en intérpretes,
en actores e improvisadores de la ideología burguesa.
Estadísticamente hablando, los enseñantes más capacitados,
los mejor preparados, tendrán tendencia, por el mecanismo del escalafón,
a enseñar en los colegios de los barrios elegantes, más prestigiosos,
cuya mentalidad se halla espontáneamente de acuerdo con los métodos
e ideología de los maestros.
2.2.2. Bowles y Gintis
La idea fundamental de su libro La instrucción escolar en
la América capitalista es que la educación no puede ser
comprendida independientemente de la sociedad de la que forma parte. La
educación está vinculada de modo indisoluble a las instituciones
económicas y sociales básicas. La educación sirve
para perpetuar o reproducir el sistema capitalista. Es una de las varias
instituciones que mantiene y refuerza el orden económico y social
existente. Debido a esto la educación no puede actuar como una fuerza
de cambio social en favor de una mayor igualdad. La educación, y
la política estatal en general, es ineficaz para resolver los problemas
sociales en el marco de una economía capitalista. Cualquiera que
considere que la educación puede contribuir a la solución
de los problemas sociales es víctima de una comprensión incompleta
del sistema económico.
Para determinar cómo contribuye la educación a la reproducción,
primero hay que analizar el funcionamiento de la sociedad capitalista.
En el capitalismo, la esfera económica es una esfera totalitaria
en la que las acciones de la gran mayoría de los trabajadores están
controladas por una reducida minoría (los propietarios y los gerentes).
Esto contrasta fuertemente con la esfera política, la cual es formalmente
democrática. La estructura no democrática de la esfera económica
está directamente ligada a la búsqueda del beneficio, lo
que supone tratar de extraer la mayor cantidad posible de plusvalía
a cada trabajador.
A pesar de este control en la producción la posición social
de los propietarios y gerentes puede verse amenazada por la unidad potencial
de los trabajadores, a través de sus sindicatos, partidos o asociaciones.
Los capitalistas se aprovechan de la existencia de un ejército de
parados de reserva del mercado de trabajo, el cual contribuye a dulcificar
las exigencias de los trabajadores con empleo. Por otro lado, pueden aplicar
la fuerza directamente, por medio del uso de los aparatos estatales de
coacción física. No obstante, el uso de esa fuerza puede
ser contraproducente. A largo plazo, el éxito depende, en primer
lugar, de la existencia de una ideología ampliamente aceptada que
justifique el orden social y, en segundo lugar, de un conjunto de relaciones
sociales que valide la ideología por medio de la experiencia cotidiana.
Dicho en otras palabras, no solo se trata de que la gente comparta ciertas
creencias o ideologías con respecto a lo adecuado del orden social,
sino que todo su ser se habitúe a las relaciones sociales que refuerzan
estas creencias o hacen que parezcan plausibles y realistas.
La ideología dominante y las relaciones sociales se convierten
en el sustento de la dominación social. En las sociedades capitalistas
avanzadas la ideología es suministrada por la teoría tecno-meritocrática.
El conjunto de relaciones sociales son las relaciones sociales en el trabajo.
La principal característica de estas relaciones sociales es que
los individuos experimentan un escaso control sobre las decisiones en su
lugar de trabajo. Esto significa que el control del proceso de producción
no se encuentra en manos de los trabajadores, sino en manos de los no trabajadores.
¿Qué papel desempeña en este contexto la escuela?
La escuela actúa en correspondencia con las relaciones de producción.
Esta cita de los propios autores contribuirá a aclarar la cuestión:
El sistema educativo ayuda a integrar a los jóvenes
al sistema económico, creemos, a través de la correspondencia
estructural entre sus relaciones y las de la producción. La estructura
de las relaciones sociales de la educación no solo acostumbra al
estudiante a la disciplina en su puesto de trabajo, sino que desarrolla
los tipos de comportamiento personal, formas de presentación propia,
imagen de sí mismo e identificaciones de clase social que son ingredientes
cruciales de la idoneidad para el puesto. Concretamente, las relaciones
sociales de la educación -las relaciones entre administraciones
y maestros, maestros y estudiantes, estudiantes y estudiantes y estudiantes
y su trabajo- son una réplica de la división jerárquica
del trabajo. Las relaciones jerárquicas están reflejadas
en las líneas de autoridad verticales que van de administradores
a maestros y a estudiantes. El trabajo enajenado se refleja en la falta
de control que tiene el estudiante sobre su educación, la enajenación
de este sobre el contenido de los planes de estudio, y la motivación
del trabajo escolar a través de un sistema de calificaciones y otras
recompensas externas, en lugar de mediante la integración del estudiante,
bien en el proceso (aprendizaje) bien en el resultado (conocimientos) del
"proceso de producción" de la educación. La fragmentación
del trabajo se refleja en la competencia institucionalizada y muchas veces
destructiva entre estudiantes, mediante una constante evaluación
y clasificación ostensiblemente meritocráticas. Cuando acostumbra
a los jóvenes a una serie de relaciones sociales similares a las
del lugar de trabajo, la instrucción escolar intenta encauzar el
desarrollo de las necesidades personales hacia sus requerimientos.
El sistema educativo integra de modo no conflictivo a los individuos en
los puestos de trabajo correspondientes no a través de las intenciones
conscientes de los profesores y administradores en sus actividades cotidianas,
sino a través de una estrecha correspondencia entre las relaciones
sociales que gobiernan la interacción personal en el lugar de trabajo
y las relaciones sociales del sistema educativo. El principio de correspondencia
tiene cuatro aspectos principales.
1. Los estudiantes, al igual que los trabajadores con respecto
a su trabajo, ejercen poco control sobre el curriculum.
2. La educación es contemplada como un medio, más que
como un fin en sí misma.
3. La división del trabajo, que confiere a cada persona una estrecha
gama de tareas y que engendra la desunión entre los trabajadores,
se repite en la especialización y compartimentación del conocimiento
y en la competencia entre los estudiantes.
4. Los distintos niveles educativos se corresponden con, y preparan
para, los diferentes niveles de la estructura ocupacional. De este modo
los empleos a que dan acceso las credenciales de primaria son repetitivos
y claramente subordinados. Desde la secundaria se accede a empleos con
mayor grado de autonomía. Y con los títulos universitarios
se puede acceder a empleos con una elevada autonomía.
Los autores tratan de sustantivar estos puntos centrándose en varias
investigaciones que muestran que en la educación y en el trabajo
se recompensan los mismos tipos de rasgos de personalidad. De este modo,
la creatividad y la independencia se penalizan en las escuelas y se desaprueban
en el trabajo; mientras que la perseverancia, la dependencia, la identificación
con la organización, la puntualidad se aprueban y recompensan.
2.3. Teorías de la resistencia
En las teorías de la reproducción social los individuos
aparecen como seres pasivos manipulados por las estructuras sociales, los
miembros de las clases subordinadas aparecen como receptores pasivos de
los mensajes de la ideología dominante. A ello hay que añadir
el hecho de que las teorías que hemos ido analizando hasta ahora
contemplan la escuela desde fuera, sin penetrar en su interior, para analizar
cómo tienen lugar los procesos de reproducción. Esta es justamente
una de las virtudes de las teorías de la resistencia: ahora los
investigadores entran en los centros, en las aulas, entrevistan a los profesores,
a los estudiantes, etc. Sin duda el estudio más destacable en estas
teorías es el de Paul Willis Aprendiendo a trabajar. El trabajo
de Willis consistió en una investigación sobre un grupo de
chavales anti-escuela (los "colegas") en una ciudad del centro de Inglaterra
llamada imaginariamente Hammertown -Coventry en realidad-. Se trata quizás
del estudio intensivo más completo que se haya hecho hasta el presente.
Willis no solo se convierte en un colega más, con lo que obtiene
de los estudiantes investigados un discurso completísimo, sino que
analiza su trayectoria desde poco antes de abandonar la escuela hasta que
se incorporan a la vida laboral. Y va más allá. Entrevista
también a algunos de los padres de los "colegas", a los profesores,
a los miembros del equipo directivo.
El libro está dividido en dos partes. La primera, etnográfica,
dedicada fundamentalmente al lector general y a los enseñantes y
la segunda, analítica, de carácter más eminentemente
sociológico. No es una división estricta, ya que la parte
etnográfica contiene elementos analíticos y la parte de análisis
contiene elementos etnográficos.
Primeramente analiza los elementos que constituyen la cultura de los
"colegas". La primera cuestión en que se centra es la oposición
a la autoridad y rechazo del conformista. El primer frente de oposición
es la autoridad del profesor, para desde ahí llegar a quienes les
obedecen pasivamente: los "pringaos" (en inglés 'ear'oles
-literalmente orejas perforadas, como el ganado no como los punkies; el
término hace referencia a la pasividad de estos chicos, siempre
están escuchando, nunca haciendo)
La oposición a la escuela se manifiesta como un estilo de vida.
El primer signo de entrada en el grupo de los "colegas" es el cambio de
vestimenta y de peinado. Son elementos cruciales que permiten contactar
con el sexo opuesto. La capacidad de atraer sexualmente está relacionada
con la madurez. A continuación habría que citar el fumar.
La mayoría de los "colegas" fuman y lo suelen hacer en la puerta
de la escuela. El fumar se valora como un acto de insurrección.
Junto al fumar se encuentra el beber. El hecho de beber en los bares es
un claro punto de distanciamiento de los profesores y de los "pringaos",
al tiempo que se convierte en un acto de aproximación al mundo adulto,
en un elemento que trasciende la forzosa adolescencia que impone la escuela.
El grupo de pares es sin duda el elemento clave de la cultura contra-escolar.
Mientras que la escuela es la zona de lo formal, el grupo lo es de lo informal.
A diferencia de la escuela, el grupo informal carece de una estructura
sólida: no hay normas públicas, ni estructuras físicas,
ni jerarquías reconocidas, ni sanciones institucionalizadas. Pero
esta contra-cultura no descansa en el aire. Tiene su base material, su
infraestructura. La esencia de ser un "colega" es pertenecer al grupo.
Unirse a la cultura contra-escolar significa adherirse a un grupo. No obstante,
el grupo tiene ciertas normas que derivan fundamentalmente de la fidelidad
al mismo. Hay un tabú universal de no delatar ante la autoridad
a un miembro del grupo. Cualquiera que se chive es excluido y queda marcado
definitivamente. El grupo permite diseñar mapas sociales alternativos.
Con el grupo se conocen a otros grupos y se puede explorar el entorno.
La oposición a la escuela se manifiesta es la lucha por ganar
espacio simbólico y físico en la institución. El escaqueo
es un elemento de auto-dirección, de autonomía. Se puede
llegar a construir una jornada propia aparte de la que ofrece la escuela.
Se trata de preservar la movilidad personal. Hay que atacar las nociones
oficiales del tiempo institucional. La acusación principal que los
profesores dirigen sobre "los colegas" es que pierden el tiempo.
La habilidad de producir cachondeo es uno de los rasgos distintivos
de los "colegas". La escuela es un campo propicio para la producción
de cachondeo: cuando se proyecta una película atan el cable del
proyector en sitios imposibles, si pasean por el parque próximo
a la escuela estropean la bicicleta del guardia. Las visitas exteriores
son una pesadilla para los profesores. Hay una diversión en las
peleas, en la intimidación, en hablar de peleas. Se trata de un
elemento de masculinidad. Resulta desastroso negarse a pelear cuando hay
que hacerlo. Se prefiere, por lo general, la violencia simbólica
o verbal.
Ser un "colega" en la escuela está asociado con estar fuera por
la noche. Los "colegas" necesitan urgentemente trabajar en chapucillas
para conseguir dinero. Otros recursos para obtener dinero son los robos,
los "palos" a los pringaos o incluso asaltar la escuela. Están orgullosos
del dinero que ganan -en pequeños trabajillos- y gastan. Todo esto
les suministra un sentido de superioridad ante los profesores, quienes
están encerrados en la escuelas y no saben bien qué ocurre
fuera de ellas.
Una de las características distintivas de la cultura contra-escolar
es su acendrado sexismo. Las mujeres son contempladas con objetos sexuales
y como seres hogareños (entre los "colegas" son abundantes las historietas
lascivas sobre conquistas sexuales).
La cultura contra-escolar tiene profundas similitudes con la cultura
a la que sus miembros están destinados: la cultura de fábrica.
La masculinidad y la rudeza en la cultura contra-escolar refleja uno de
los temas centrales de la cultura de fábrica. Otro tema de la cultura
de fábrica es la lucha por obtener un cierto grado de control informal
sobre el proceso de trabajo. El grupo informal en el trabajo muestra la
misma actitud hacia los conformistas.
El rechazo de la escuela por parte de los "colegas" tiene su correspondencia
en la mayor valoración de la práctica frente a la teoría.
La habilidad práctica está siempre en primer lugar y es una
condición para las otras clases de conocimiento. La teoría
es útil en la medida en que ayude a resolver problemas, a hacer
cosas concretas.
Willis analiza la transición de un grupo de alumnos marcadamente
anti-escuela desde el sistema educativo al sistema productivo. Lo que quiere
explicar es por qué estos chavales desean realizar trabajos de clase
obrera. Para ello elabora un marco teórico y una terminología
que capte lo que ocurre en la realidad. Los términos clave que utiliza
son los de penetración y limitación. Por penetración
entiende los impulsos dentro de una forma cultural hacia la captación
de las condiciones de existencia de sus miembros y su posición dentro
del todo social, de un modo no individualista. Se trata de la captación
de las contradicciones sociales: explotación, alienación,
división social, etc. Por limitación entiende aquellos obstáculos,
desviaciones y efectos ideológicos que confunden e impiden el desarrollo
total y la expresión de estos impulsos. Lo que hace la limitación
es restar peligrosidad a las penetraciones, impidiendo o dificultando la
transformación social.
A partir de estos elementos es posible explicar la entrada libremente
aceptada en determinados trabajos en condiciones que no son libremente
elegidas (lo que supone retomar la idea de Marx de que los hombres hacen
la historia libremente en condiciones que no son libremente elegidas).
Hay un momento en la cultura obrera en que la entrega de la fuerza de trabajo
representa al mismo tiempo la libertad, la elección y la trascendencia.
Si los chicos de la clase obrera en su camino al trabajo no creyeran en
la lógica de sus propias acciones, ninguna persona ni acontecimiento
exterior podrían convencerles.
Las principales penetraciones son las que se refieren a la educación
y al empleo. La cultura contra-escolar manifiesta un fuerte escepticismo
con respecto al valor de las credenciales educativas, y, especialmente
con respecto al sacrificio que supone su obtención: en definitiva
un sacrificio no solo de tiempo muerto, sino de una cualidad de la acción:
implica aceptar la subordinación. La gratificación inmediata,
no es solo inmediata, es un estilo de vida. Por otro lado, no está
del todo claro que el sacrificio en la escuela conduzca a mejores empleos.
En segundo lugar, la cultura establece una especie de valoración
de la calidad del trabajo disponible. La mayor parte del trabajo industrial
es un trabajo carente de sentido, alienante, repetitivo, requiere muy poca
habilidad y muy poco aprendizaje. Si básicamente todos los trabajos
son iguales, si de ellos es prácticamente imposible obtener satisfacción
intrínseca alguna, por qué molestarse en soportar tantos
años de escuela. Hay una indiferencia casi total con respecto a
la clase particular de trabajo a realizar, siempre y cuando cumpla unos
requisitos culturales mínimos. La lógica interna del capitalismo
consiste en que todas las formas concretas de trabajo están estandarizadas
y que todas ellas contienen el potencial para la explotación del
trabajo abstracto. La expansión del sector servicios y del sector
público pretende hacer creer que existe una mayor amplitud de oportunidades
y de variedad de trabajo para los jóvenes. Sin embargo, contra esta
afirmación se puede argumentar que el modelo capitalista de división
del trabajo es dominante en todos los sectores de empleo.
Por instinto, la cultura contra-escolar tiende a limitar la entrega
de la fuerza de trabajo (llegar al final del trimestre sin haber escrito
una sola palabra, desobedecer a los profesores,...).
El comportamiento en la escuela de estos chicos refuerza la solidaridad
de grupo, rechazando radicalmente la competitividad que la escuela alienta.
La cultura contra-escolar contrapone la lógica individualista a
la grupalista. Para el individuo de la clase obrera la movilidad en esta
sociedad puede significar algo. Sin embargo, para la clase y el grupo en
su conjunto, la movilidad no significa nada. La única movilidad
verdadera sería la destrucción de la sociedad de clases.
Las principales limitaciones de la cultura contra-escolar son las que
se refieren al desdén por la actividad intelectual y su marcado
sexismo. El rechazo de la escuela es también el rechazo de la actividad
mental en general. El individualismo no es derrotado por lo que pueda ser
en sí, sino por su participación en la máscara escolar
donde el trabajo mental se asocia a la autoridad injustificada y con títulos
cuyas promesas son ilusorias. Por lo tanto el individualismo es penetrado
a costa de rechazar la actividad intelectual (dirección, concepción),
lo que facilita la dominación de clase.
La otra gran división que desorienta la penetración cultural
es la que se da entre hombres y mujeres. Anteriormente hacíamos
referencia al hecho de que los trabajos aceptables por los alumnos anti-escuela
han de caer dentro de un cierto universo cultural. Estos chicos rechazan
cualquier tipo de trabajo que tenga connotaciones femeninas, o donde no
se ejerza la masculinidad en forma de fortaleza física. Esto implica
el rechazo absoluto del trabajo de oficina (al que despectivamente llaman
pen-pushing
-empujar un lápiz-) y todo lo que se asimile a ella. El hecho de
que no todos aspiren a las recompensas y satisfacciones del trabajo mental
es algo que necesita explicación. El que el capitalismo necesite
esta división no explica por qué se satisface esa necesidad.
Un miembro de la cultura contra-escolar solo puede creer en la feminidad
del trabajo de oficina mientras que las esposas, las novias y las madres
sean contempladas como personas limitadas, inferiores o incapaces para
ciertas cosas.
La obra de Willis dio lugar a una amplia controversia. En primer lugar
se ponía en duda hasta qué punto pudiera considerarse representativa
de la actitud de la clase obrera ante la escuela. Más bien se refiere
a una clase obrera en trance de desaparición o de escasa cuantía
numérica: manual del sector industrial. Por otro lado, la división
entre "pringaos" (los estudiantes académicos) y "colegas" induce
a una visión dicotómica de las actitudes de los alumnos frente
a los profesores. Y, finalmente, nos quedaría por comprender cuáles
sean las estrategias de las alumnas y de las minorías étnicas.
3. ENFOQUES WEBERIANOS
Los enfoques inspirados en Weber no han dado lugar a una amplia literatura
sobre el tema de la educación y cuando lo ha hecho se trata de una
reflexión muy vinculada al ámbito de la producción,
de la profesionalización, etc. De hecho, lo que aquí veremos,
aparte de una reflexión sobre Weber, es la teoría del credencialismo
en sus versiones fuerte y débil. No obstante, la idea de Weber sobre
la burocracia ha tenido alguna proyección en el estudio de la escuela
como organización racional-burocrática (lo que ocurre en
el estudio de Waller sobre los maestros).
3.1. Weber
Weber apenas se ocupa de modo explícito de la educación.
Es, sobre todo, en su sociología de la religión donde se
ocupa de la educación, y ello sin apenas mencionarla. Como advertía
Lerena, únicamente el lector ingenuo puede pensar que Weber solo
se ha adentrado de modo ocasional en la educación. Aquí asistimos
fundamentalmente a una sociología del poder, a una teoría
de los aparatos de coacción psíquica. La escuela, la familia
y la iglesia, constituyen asociaciones de dominación. Por dominación
entiende "un estado de cosas por el cual una voluntad manifiesta (mandato)
del dominador o de los dominadores, influye sobre los actos de otros (del
dominado o de los dominados) de tal suerte que en un grado socialmente
relevante estos actos tienen lugar como si los dominados hubieran adoptado
por sí mismos, y como máxima de su obrar, el contenido del
mandato".
Lerena señala tres áreas de problemas directamente incluibles
en el ámbito de la educación:
1. Su teoría de la educación y la homología
que establece entre el aparato eclesiástico y los aparatos educativos,
sobre todo, la escuela.
2. Su teoría de los tipos de educación.
3. La problemática de las relaciones entre escuela y burocracia.
En lo que se refiere a la primera cuestión Weber distingue un tipo
particular de asociación de dominación a la que llama asociación
hierocrática, entendiendo por tal una asociación "que aplica
para la garantía de su orden la coacción psíquica,
concediendo o rehusando bienes de salvación". Los bienes de salvación
que concede la escuela son los bienes culturales. Al igua que hizo en su
momento la Iglesia, la escuela establece qué cultura es legítima,
de modo que excluye al resto de las culturas.
El sistema de enseñanza aparece cuando se dan cuatro condiciones.
(1)Existe un cuerpo de especialistas permanentes cuyos ingresos, promoción,
deberes y conducta profesionales vienen sometidos a una reglamentación
propia. (2) Se da una pretensión de dominio universalista: superación
del hogar, del clan y de las fronteras étnico-nacionales. (3) Ese
cuerpo de especialistas tiene una formación uniforme y un reclutamiento
regulado. (4) La capacidad carismática de sus miembros es separada
del carisma oficial atribuido al conjunto, esto es, cuando no precisan
apoyarse en un carisma especial personal, sino que aparecen como funcionarios
portadores de un carisma que les trasciende y que es propiedad de la propia
institución.
El segundo bloque de análisis weberiano se refiere a los tipos
de educación. Weber distingue tres tipos de educación: carismática,
humanística y especializada. La educación carismática
-típica sobre todo del guerrero y del sacerdote- se propone despertar
cualidades humanas consideradas como estrictamente personales, es decir
no transferibles y pertenecientes a la esfera de lo extra-cotidiano. Se
supone que esas cualidades preexisten en el individuo. La educación
se limita a estimular, a desarrollar y a poner a prueba esas cualidades
en aquellos sujetos que, en germen, ya las poseen. La educación
humanística trata sobre todo de cultivar un determinado modo de
vida que comporta unas particulares actitudes y comportamientos. El gentleman,
el cortesano, el hombre culto constituyen otros tantos modelos producidos
por este tipo de educación. La educación especializada corresponde
a la estructura de dominación legal, y una y otra vienen asociadas
al proceso de racionalización y burocratización de la sociedad
contemporánea. El producto típico de esta educación
es el burócrata, el experto.
Finalmente la tercera área se refiere a la relación entre
escuela y burocracia tal y como se plantea en El político y el
científico (en concreto en la sección titulada "La ciencia
como vocación", donde compara la carrera académica en las
universidades norteamericanas y alemanas). Una de sus preocupaciones explícitas
es la de la neutralidad de los profesores en el ejercicio de su actividad
docente. Defiende que la cátedra no es un púlpito, no es
un foro y que el profesor no es un profeta o salvador, sino un especialista-burócrata
cuya función es instruir, informar sobre los hechos y ayudar a que
el alumno elija, y elija bien, su propio dios y su propio demonio.
3.2. Credencialismo duro: Collins
Randall Collins es autor de un famoso libro titulado La sociedad
credencialista. Aquí expone de qué modo las credenciales
educativas se convierten en una coartada para justificar el acceso a las
posiciones sociales privilegiadas, a pesar, de que detrás de ellas
no hay conocimiento.
Parte de la constatación del incremento de las exigencias educativas
para los empleos a lo largo del tiempo. Un empleo que antes no exigía
educación formal ahora requiere para su desempeño que los
trabajadores cuenten con un título de enseñanza media. Por
ejemplo, en el caso de los trabajadores de oficina en los Estados Unidos,
el porcentaje de empleos que exige titulación de secundaria o más
ha pasado de ser el 57% en 1937 al 72% en 1967.
La función productiva de la educación puede sintetizarse
en las siguientes propuestas:
1. Los requisitos escolares del trabajo en la sociedad industrial
se incrementan constantemente debido al cambio tecnológico. Aquí
están implicados dos procesos:
a) La proporción de trabajos que requiere escasas destrezas
disminuye, y
b) los mismos trabajos exigen más destrezas.
2. La educación formal y reglada proporciona formación, tanto
en destrezas específicas como en las capacidades generales, para
los trabajos más cualificados.
3. Por tanto, los requisitos educativos de los empleos constantemente
se incrementan y una proporción cada vez mayor de personas ha de
pasar más tiempo en la escuela.
Con respecto a la proposición 1.a los datos disponibles muestran
que este proceso da cuenta solo de una mínima parte de la elevación
del nivel educativo. En una investigación del año 1964 se
descubrió que el 15% del incremento del nivel educativo en los Estados
Unidos era atribuible a cambios en la estructura ocupacional, el resto
era achacable a la elevación de los requisitos educativos de los
empleos ya existentes. Con respecto a la 1.b más bien lo que parece
haber ocurrido es que estamos asistiendo a una sobre-educación de
la fuerza de trabajo.
La propuesta 2 puede dividirse en dos cuestiones: ¿son más
productivos los empleados con más titulación que los que
tienen menos? y ¿dónde se aprenden las destrezas laborales,
en la escuela o en algún otro lugar?. Con respecto a la primera
cuestión, los datos son de tres tipos.
1. El enfoque del crecimiento del PIB lo que hace es tratar
de calcular qué parte de este incremento se debe a la educación.
Este enfoque cuenta con el inconveniente de la dificultad que supone distinguir
entre el cambio tecnológico que afecta a la productividad, los cambios
de habilidad de los trabajadores debidos a la experiencia, los cambios
debidos a la educación y los factores motivacionales asociados a
una sociedad cada vez más competitiva.
2. Las correlaciones a nivel internacional entre niveles educativos
y desarrollo económico ofrecen muchas dudas. Por ejemplo, si seleccionamos
el grupo de países más desarrollados constituido por Europa
y los países anglosajones se observa que países que escolarizan
a un menor porcentaje de población tienen una renta per cápita
superior a la media del grupo (por ejemplo, Suecia frente a los EE.UU.).
3. El hecho de partir de una situación de baja escolaridad y
pasar a otra de alta puede, en determinadas circunstancias, explicar el
desarrollo económico. Por ejemplo, el incremento de la población
con educación primaria explica el desarrollo económico. No
está tan claro que ocurra lo mismo para los niveles de secundaria
y de universidad.
En lo que se refiere a los trabajadores o grupos de trabajadores tampoco
está demostrado que los trabajadores más educados sean más
productivos. De acuerdo con Berg, entre los trabajadores de banca, los
técnicos de fábrica, los vendedores de seguros, etc. las
comparaciones centradas en los trabajadores con educación secundaria
y los que tienen titulación superior prueban que los primeros son
más productivos que los segundos y a su vez estos lo son más
que los que no tienen educación secundaria.
En lo que se refiere a la cuestión de dónde se aprenden
las destrezas laborales, es plausible que las destrezas laborales se aprendan
en el propio trabajo. Un estudio de 1963 mostraba que la mayoría
de los trabajadores cualificados adquirieron sus destrezas en el trabajo
o casualmente. De aquellos que tenían alguna educación formal,
más de la mitad la adquirieron en el ejército.
Lo que los datos ponen de manifiesto es que las escuelas son muy ineficaces
para enseñar a la gente. Muchas de las destrezas utilizadas en los
empleos profesionales se aprenden en el trabajo, y muchos de los caros
y costosos estudios académicos solo sirven para incrementar el prestigio
de una profesión.
Collins considera que junto al trabajo productivo (el implicado en la
producción de bienes y servicios) existe el trabajo político.
El trabajo político consiste en la formación de alianzas
sociales para influir en la percepción que los demás tengan
de determinados empleos. La distinción entre trabajo productivo
y trabajo político es fundamental para poder comprender cómo
se configuran las organizaciones. Por ejemplo, los profesores de autoescuela
se convertirán en una profesión el día en que solo
se pueda obtener el carnet de conducir por su mediación (mediación
que seguramente se traduciría en un crecimiento de los precios a
través del establecimiento de un número mínimo de
clases previas al examen). Las escuelas se convierten en instituciones
donde uno aprende a convertirse en un consumidor. Al tiempo que la escuela
enseña a leer, enseña que es mejor hacerlo con un maestro.
Caplan indicaba que el modo más sencillo de crear un monopolio es
inventar un lenguaje y unos procedimientos que resulten ininteligibles
para el lego, es decir, se trata de provocar la ilusión de la complejidad.
Caplan ponía el ejemplo del derecho. Si exceptuamos los casos que
tienen que ver con lo criminal, en el resto, que es la mayoría,
la abogacía es una profesión parasitaria. En la mayor parte
de las consultas legales todo lo que hace un abogado es recabara los hechos
y replantear la posición del cliente en términos de derechos
y deberes legales de tal forma que los diversos aspectos del caso adquieran
una configuración apropiada.
3.3. Credencialismo débil: Thurow
Lester Thurow critica la idea de considerar la educación como
el mejor instrumento para conseguir reducir las desigualdades económicas.
Esta idea deriva de la creencia en la teoría económica sobre
el mercado de trabajo. De acuerdo con esta teoría el mercado existe
para equilibrar la demanda y la oferta de trabajo presentando a la competencia
salarial como la fuerza impulsora del mercado de trabajo. Da por sentado
que las personas acuden allí con un conjunto definido previo de
cualificaciones y que luego compiten unas con otras sobre la base de los
salarios. Esto significa que todo aumento del nivel educativo de los trabajadores
con escasos ingresos tendrá tres efectos poderosos y beneficiosos:
Primero, un programa educativo que transforma a una persona con escasa
formación en una persona altamente cualificada, eleva su productividad
y de ese modo sus ingresos. En segundo lugar se reduce la oferta total
de trabajadores con escasa formación, lo que conduce a su vez a
un aumento de los salarios de estos. En tercer lugar aumenta la oferta
de mano de obra cualificada y ello reduce los salarios de la misma. El
resultado de todo esto es que la productividad total aumenta (debido al
incremento de la productividad de los obreros previamente sin formación),
la distribución de los ingresos se hace más equitativa y
cada individuo es recompensado de acuerdo a sus méritos.
El mercado de trabajo se caracteriza menos por la competencia por los
salarios que por la competencia por los puestos de trabajo. Es decir, en
lugar de buscar la gente puestos de trabajo, los puestos de trabajo buscan
gente adecuada. En un mercado basado en la competencia por los puestos
de trabajo la función de la educación no es proporcionar
formación y de ese modo aumentar la productividad y los salarios
de los obreros, sino más bien certificar la "entrenabilidad" y proporcionar
una cierta posición en virtud de dicha certificación.
Las principales discrepancias de Thurow con respecto a la teoría
del capital humano serían las siguientes:
1. La distribución de la educación es más
uniforme que la de la renta.
2. Mientras que la distribución de la educación se movió
durante el periodo de postguerra en dirección a una mayor igualdad,
la distribución de la renta no lo hizo.
3. Un índice de crecimiento más rápido de la educación
no se ha traducido en un incremento más rápido de la economía.
En un mercado de trabajo basado en la competencia por los puestos de trabajo,
los ingresos de un individuo vienen determinados por (a) su posición
relativa en la cola de trabajo y (b) por la distribución de las
oportunidades de empleo en la economía. Los salarios se basan en
la características de los puestos de trabajo y los trabajadores
se distribuyen a través de las oportunidades de puestos de trabajo
a partir de su posición relativa en la cola de trabajo. De acuerdo
con este modelo, en el mercado de trabajo no existen cualificaciones de
los trabajadores; por el contrario, la mayoría de las cualificaciones
se adquieren de modo informal, adiestrándose el trabajador sobre
la marcha, una vez que ha conseguido el primer empleo y una posición
en la escala promocional asociada.
Los trabajadores cuyos orígenes prometan los menores costes de
adiestramiento encontrarán trabajo. Para los obreros con la experiencia
previa de un anterior empleo, sus cualificaciones para el puesto de trabajo
serán importantes para el proceso de selección en la medida
en que pueden significar unos costos de adiestramiento bajos. Aunque no
puede haber dos trabajadores iguales, cuesta tanto dinero descubrir las
pequeñas diferencias entre unos y otros individuos que estos son
clasificados de acuerdo con un número limitado de características
personales. En la medida en que la educación y el adiestramiento
formal sean una característica personal importante para la selección
de individuos, los cambios de distribución en la educación
pueden tener un impacto importante sobre la forma de la cola de trabajo.
4. ENFOQUES INTERPRETATIVOS
Hasta ahora, por lo que hemos visto, la actividad cotidiana de los profesores
y de los alumnos está dominada, cuando no dictada, por elementos
tales como la sociedad (Durkheim), las necesidades de la sociedad (funcionalismo),
la economía, el sistema de clases o la ideología (marxismo).
Los enfoques macro contemplan a los seres humanos como meros productos
del proceso de socialización. La creatividad de la gente queda ignorada
y desaparece su libertad. Son precisamente estos aspectos los que condujeron
a un replanteamiento de la sociología que se tradujo en la aparición
de las corrientes de carácter interpretativo, en las cuales el nivel
macro es sustituido por el análisis microsociológico.
Los enfoques interpretativos pretenden estar más cerca de las
realidades de la vida social. Uno de los problemas a que tradicionalmente
se ha enfrentado la sociología ha sido el de su supuesta falta de
cientificidad, supuesta ausencia que, especialmente en la producción
funcionalista posterior a la segunda guerra mundial, pretendió ser
compensada por medio de la introducción de procedimientos matemáticos,
con lo que se ignoró la capacidad activa de los sujetos sociales.
4.1. Interaccionismo, fenomenología y etnometodología
A partir de estos elementos de consenso podemos encontrar diferentes
corrientes interpretativas de entre las que destacamos el interaccionismo,
la fenomenología y la etnometodología.
El interaccionismo contempla la relación del alumno con el profesor
como una relación de conflicto donde ambos actores persiguen distintos
objetivos. Se centran en el análisis del proceso de negociación
para que la vida en la escuela sea posible. El interaccionismo simbólico
proviene de la obra de Herbert Blumer y sus colegas de la llamada Escuela
de Chicago. Los interaccionistas simbólicos consideran que el ser
humano es básicamente distinto del resto de los animales. Mientras
que los animales actúan en respuesta a otros objetos y acontecimientos
a partir del instinto o del condicionamiento previo, los seres humanos
adoptan una actitud o comportamiento sobre los objetos a partir de los
significados que estos objetos tienen para ellos. Los significados surgen
a través de la interacción social con los demás. Los
significados son comprendidos como productos sociales. La conducta humana
no es causada de un modo determinado predefinido por fuerzas internas.
La conducta es causada por una interpretación reflexiva y derivada
de la cultura de los estímulos internos o externos presentes. Sin
duda es G.H. Mead el sociólogo más destacado de esta tendencia,
entre otras cosas porque rompió con las nociones mecánicas
y pasivas del yo y de la conciencia. Para Mead tanto el yo como la conciencia
son creaciones sociales de la vida cotidiana. Mead estaba preocupado por
analizar las pautas de interacción, los actos sociales que constituían
la base de la sociedad humana. La realidad no es una dato fijo sino que
es cambiante a medida que los actores crean nuevos roles y nuevos significados,
definiendo su situación de diferentes maneras, todas las cuales
son reales para ellos.
La fenomenología tiende a centrarse en analizar el conocimiento
que los actores tienen de la situación, particularmente del conocimiento
que tienen sobre los demás participantes. Por ejemplo, un profesor
puede interpretar el comportamiento de un estudiante como estúpido
o inteligente. Aquí se haría preciso llegar a saber por qué
el profesor llega a considerarlo como lo hace. Quizás aquí
el autor más destacable sea Alfred Schutz. Schutz enfatizaba el
papel activo y creativo del sujeto. La realidad social es un proceso constantemente
reconstruido, es un flujo continuo de experiencia y acción. La realidad
es inter-subjetiva, el mundo no es una parcela particular, sino que es
compartida con otros. Pero este mundo tiene una estructura -es decir, no
es atomístico- y está construido en torno a relaciones sociales
que implican varios modelos de comunicación.
La etnometodología se preocupa por descubrir los procedimientos
que utilizan los actores para hacer el mundo inteligible. La etnometodología
es el estudio del cuerpo de conocimientos de sentido común y de
la gama de procedimientos y consideraciones por medio de los cuales los
miembros corrientes de la sociedad dan sentido a las circunstancias en
las que se encuentran, hallan el camino a seguir en esas circunstancias
y actúan en consecuencia. Los etnometodólogos se centran
en la acción, acción a la que conciben en tanto implica y
entraña un actor reflexivo. Critican algunas teorías sociológicas,
por ejemplo, el funcionalismo estructural y el marxismo estructural, que
consideran al actor como un "imbécil desprovisto de juicio". Se
puede comprender en qué consiste la etnometodología a partir
de la definición de Garfinkel. Garfinkel considera que los hechos
sociales constituyen el fenómeno sociológico fundamental,
sin embargo, estos hechos difieren considerablemente de los de Durkheim.
Para este último los hechos sociales son externos y coercitivos
para los individuos. Para Garfinkel los hechos existen a nivel micro. La
etnometodología se ocupa de la organización de la vida cotidiana.
Los hechos sociales son el resultado del esfuerzo concertado de las personas
en su vida cotidiana. El orden social se deriva, al menos parcialmente,
de la reflexividad (término que debe entenderse como el proceso
en el que estamos todos implicados para crear la realidad social mediante
nuestros pensamientos y nuestras acciones) de las personas. Es decir, los
etnometodólogos rechazan la idea de que el orden se deriva meramente
de la conformidad a las normas. Es la conciencia del actor de sus opciones,
así como su capacidad de anticipar cómo van a reaccionar
los otros a lo que ellos dicen y hacen, lo que dispone el orden en el mundo
cotidiano.
Como se puede apreciar la escuela deja de ser considerada como una caja
negra. Los sociólogos acuden a su interior para analizar qué
procesos tienen lugar. El método de investigación más
utilizado es la observación participante. Al contrario que el cuantitativismo
funcionalista considera como no-real lo cuantificable. Rechaza, por considerarlos
reificantes, los análisis macrosociológicos.
En estas interpretaciones no se vincula la escuela con el resto de la
sociedad. Los agentes educativos interactúan, intercambian mensajes
con independencia de lo que ocurra puertas afuera de la escuela. Con ello
lo que se hace es esquivar el problema de la confrontación con el
status
quo.
4.2. La "nueva" sociología de la educación
Se desarrolló como reacción a la tradición de política
aritmética y al dominio del funcionalismo en lo que desde esta perspectiva
se denomina vieja sociología de la educación. La sociología
británica del periodo posterior a la segunda guerra mundial estuvo
muy influida por la tradición de la aritmética política.
En este contexto se llevaron a cabo los trabajos de Glass sobre movilidad
social y los de Halsey sobre educación.
La "nueva" sociología de la educación surge en Gran Bretaña
en los años setenta configurándose como una síntesis
de una interpretación sociológica crecientemente interesada
por los procesos organizativos y las interacciones sociales y de la cada
vez mayor preocupación por el contenido y estructura del curriculum.
La "nueva" sociología de la educación es una reacción
frente a la omisión del estudio del curriculum por parte de la sociología.
Los estudios previos partían de la idea del déficit del alumno
de clase obrera. De este modo el curriculum aparecía como algo ajeno
a la preocupación de la sociología. Durante el periodo de
reorganización educativa en los 50 y en los 60 ya se empezó
a argumentar que el dilema básico de nuestro tiempo es de carácter
cultural y afecta a la naturaleza de los significados que se transmiten
en las escuelas. El interés por el curriculum proviene de la inadecuación
de la sociología para dar explicaciones eficaces al fracaso escolar
de la clase obrera. La obra básica de este enfoque es el libro compilatorio
de Michael Young Knowledge and Control.
La investigación se concentra en lo que se considera el más
importante foco de poder en la sociedad: la organización del conocimiento
educativo. El carácter político de este conocimiento se expresa
en la naturaleza de su control. Se concibe al conocimiento educativo como
el reflejo de ciertos intereses políticos. Los sociólogos
de esta corriente defienden que el conocimiento escolar está socialmente
construido, es una invención social. Además tratan de poner
de manifiesto de qué modo las formas de conocimiento que componen
el curriculum escolar están conectados con los intereses de clases
o de grupos profesionales.
No solo está construido socialmente el conocimiento, sino que
también lo están nuestros criterios de verdad y de razonamiento
válido. Los conceptos de habilidad y de inteligencia son productos
sociales y el fracaso escolar deriva de este concepto. Los profesores hacen
gala de una concepción acrítica de la inteligencia y sus
supuestos se convierten en profecías que se cumplen a sí
mismas. Dicho de otro modo, el éxito y el fracaso escolar son el
resultado de la definición de éxito y de fracaso escolar
que sustentan los profesores. Se trata de analizar los significados compartidos
e impuestos a los alumnos. Para ello se hace precisa la proliferación
de estudios de casos. Se pueden ver importantes posibilidades de investigación
en el análisis de cómo las disciplinas o asignaturas son
construidas socialmente como conjuntos de significados compartidos y el
proceso de negociación entre los examinados y los examinadores sobre
qué sea una respuesta sensata en un examen. La preocupación
recae sobre los conceptos que manejan los profesores con respecto a sus
alumnos. Tal y como afirma Whitty la nueva sociología de la educación
se centra en los supuestos que se dan por sentados en el mundo de la educación.
5. PIERRE BOURDIEU
La sociología de la educación es uno de los aspectos más
conocidos de la obra de Bourdieu. En lugar de concebir su trabajo en este
campo con una contribución a un área especializada de la
sociología, resulta más adecuado considerarlo como una extensión
de su teoría de la práctica para construir una teoría
de la violencia simbólica, por un lado, y una teoría general
de la reproducción social en las sociedades industriales avanzadas,
por otro.
Antes de entrar en la que, sin duda, es su obra cumbre en sociología
de la educación, La reproducción, haremos mención
a una obra previa, de los años sesenta, titulada
Los estudiantes
y la cultura (estas dos obras fueron escritas en colaboración
con Jean Claude Passeron). Se trata de un trabajo sobre los estudiantes
universitarios franceses en la década de los sesenta. Aquí
analizan en qué consiste el privilegio universitario y qué
es lo que valora la enseñanza superior.
Los estudiantes más favorecidos aportan hábitos, modos
de comportamiento y actitudes de su medio social de origen que les son
enormemente útiles en sus tareas escolares. Heredan saberes y un
savoir
faire, gustos y un buen gusto cuya rentabilidad escolar es eficacísima.
El privilegio cultural se hace patente cuando tratamos de averiguar el
grado de familiaridad con obras artísticas o literarias, que solo
pueden adquirirse por medio de una asistencia regular al teatro, a museos
o a conciertos.
Diferencias no menos notables separan a los estudiantes, en función
del medio social, en la orientación de sus aficiones artísticas.
Sin duda alguna los factores de diferenciación social pueden, en
algunas ocasiones, anular sus efectos más ostensibles y el pequeño
burgués es capaz de compensar las ventajas que proporciona a los
estudiantes de clase alta la familiaridad con la cultura académica.
Cualquier clase de enseñanza presupone implícitamente un
conjunto de saberes, una facilidad de expresión que son patrimonio
de las clases cultas
La reproducción está escrita en un lenguaje oscuro
y abstracto. El libro se presenta como una sucesión de proposiciones
y sus correspondientes comentarios. La escuela ejerce una violencia simbólica
sobre sus usuarios. La violencia simbólica es la imposición
de sistemas de simbolismos y de significados sobre grupos o clases de modo
que tal imposición se concibe como legítima. La legitimidad
oscurece las relaciones de poder, lo que permite que la imposición
tenga éxito. En la medida en que es aceptada como legítima,
la cultura añade su propia fuerza a las relaciones de poder, contribuyendo
a su reproducción sistemática. Esto se logra por medio de
la meréconnaissance, el proceso mediante el cual las relaciones
de poder se perciben no como son objetivamente, sino como una forma que
se convierte en legítima para el observador. La cultura es arbitraria
en su imposición y en su contenido. Lo que denota la noción
de arbitrariedad es que la cultura no puede deducirse a partir de que sea
lo apropiado o de su valor relativo. Ciertos aspectos de la cultura no
pueden explicarse a partir de un análisis lógico ni a partir
de la naturaleza del hombre. En occidente el matrimonio es monógamo,
en otras sociedades es polígamo.
El sustento principal del ejercicio de la violencia simbólica
es la acción pedagógica, la imposición de la arbitrariedad
cultural, la cual se puede imponer por tres vías: la educación
difusa, que tiene lugar en el curso de la interacción con miembros
competentes de la formación social en cuestión (un ejemplo
del cual podría ser el grupo de iguales); la educación familiar
y la educación institucionalizada (ejemplos de la cual pueden ser
la escuela o los ritos de pasaje).
Todas las culturas cuentan con arbitrariedades culturales. Consecuentemente,
con el proceso de socialización, se adquieren arbitrariedades culturales.
En una sociedad dividida en clases co-existen distintas culturas. El sistema
educativo contiene sus propias arbitrariedades culturales, las cuales son
las arbitrariedades de las clases dominantes. La consecuencia de esto es
que los niños de las clases dominantes, a diferencia de los de las
clases dominadas, encuentran inteligible la educación.
Bourdieu explica la implicación de la idea de la arbitrariedad
cultural para la enseñanza. Toda enseñanza, en la escuela
o en el hogar, descansa en la autoridad. La gente debe aceptar el derecho
de aquella persona que tiene autoridad a hacer o decir cosas, o de otro
modo esta autoridad se desvanece. Es así como en la escuela los
alumnos han de aceptar el derecho del profesor a decirles lo que han de
estudiar. Esto tiene una serie de implicaciones para el profesor. El docente
cuenta con una serie de límites sobre lo que legítimamente
puede enseñar. No puede dedicarse a contar chistes en exclusiva.
Esto ocurre también en el resto de las instituciones culturales.
Por ejemplo, si el Papa dijera que Dios no existe se quedaría sin
empleo: habría salido fuera de los límites de la arbitrariedad
cultural de los católicos.
Dado que, desde el punto de vista de Bourdieu, las arbitrariedades culturales
de la educación son las de las clases dominantes, son estas las
que determinan qué cae dentro de los límites de la educación
legítima. Por tanto, la educación no es un juez independiente:
los criterios para juzgar a los alumnos están determinados por la
cultura de las clases dominantes, cultura que resulta modificada hasta
cierto punto por el sistema educativo.
Existe una división del trabajo en el seno de la clase dominante
entre aquellos agentes que poseen el capital político y económico
y aquellos que poseen el capital cultural, y sugiere que mientras que el
primero es dominante, el segundo tiene un cierto grado de independencia,
especialmente dado su grado de control sobre el sistema educativo, el cual
es el principal instrumento de la reproducción cultural. Por tanto,
los sistemas simbólicos están doblemente determinados por
las presiones que derivan, por un lado, del campo intelectual y, por otro,
de la clase y fracciones de clase cuyos intereses se expresan en la forma
y contenido del poder simbólico.
El sistema educativo reproduce perfectamente la estructura de la distribución
del capital cultural entre las clases, debido a que la cultura que transmite
está mucho más próxima a la cultura dominante y a
que el modo de inculcación al que recurre está más
cerca del modo de inculcación practicado por la familia de las clases
dominantes.
La acción pedagógica, al reproducir la cultura con toda
su arbitrariedad, también reproduce las relaciones de poder. La
acción pedagógica implica la exclusión de ciertas
ideas como impensables, así como su inculcación. La autoridad
pedagógica es un componente necesario o condición para una
acción pedagógica exitosa. La autoridad pedagógica
es tan fundamental que a menudo se identifica con la relación primordial
o natural entre el padre y el hijo. La autoridad no es uniforme en todos
los grupos sociales. Las ideas ejercen efectos distintos cuando se encuentran
ante disposiciones preexistentes. Esto significa que el éxito diferencial
de la acción pedagógica está, en primer lugar, en
función de que cada grupo o clase tiene un distinto ethos pedagógico.
Con esto Bourdieu se refiere a una disposición hacia la pedagogía
o la educación que es resultado de la educación familiar
y un reconocimiento de la importancia concedida a la educación.
Por ejemplo, la legitimidad de la educación para muchos de los chicos
de clase obrera está en función de los empleos que puedan
conseguirse con las credenciales educativas.
Debido a la importancia del trabajo pedagógico, la acción
pedagógica precisa tiempo y requiere consistencia, distinguiéndose
de este modo, de otras formas de violencia simbólica (como, por
ejemplo, la del predicador o la del profeta). En consecuencia, las agencias
pedagógicas son de mayor duración y estabilidad que otras
agencias de violencia simbólica. Toda acción pedagógica
es objetivamente una violencia simbólica en tanto que imposición,
por parte de un poder arbitrario, de una arbitrariedad cultural. La función
o efecto a largo plazo del trabajo pedagógico es, al menos en parte,
la producción de disposiciones que generan las respuestas correctas
a los estímulos simbólicos que emanan de las agencias dotadas
de autoridad pedagógica.
Un elemento clave que explica las desigualdades educativas es el de
capital cultural. Bourdieu desarrolló el concepto de capital cultural
para analizar las diferencias en los resultados educativos que no eran
explicados por las desigualdades económicas. Los bienes culturales
o simbólicos difieren de los bienes materiales en que el consumidor
solo puede consumirlos aprehendiendo su significado. Esto es cierto para
los bienes culturales que se encuentra en los museos y en los auditorios
y lo es para aquellos que se encuentran en la escuela.
El proceso de acumulación de capital cultural comienza en la
familia y adopta la forma de una inversión de tiempo. Esta inversión
produce dividendos en la escuela y en la universidad, en contactos sociales,
en el mercado matrimonial y en el mercado de trabajo. El capital cultural
no solo existe en la forma de disposiciones incorporadas, sino que también
lo hace en la forma de títulos académicos.
En una sociedad dividida en clases el capital cultural está muy
desigualmente distribuido. Un sistema educativo que pone en práctica
una singular acción pedagógica, que requiere una familiaridad
inicial con la cultura dominante, y que procede por medio de una familiarización
imperceptible, ofrece una información y una formación que
solo puede adquirirse por aquellos sujetos que poseen el sistema de predisposiciones
que es condición para el éxito en la transmisión e
inculcación de la cultura.
En resumen, una institución encargada de la transmisión
de los instrumentos de apropiación de la cultura dominante que soslaya
de modo sistemático la transmisión de los instrumentos indispensables
para el éxito escolar es el monopolio de las clases sociales capaces
de transmitir por sus propios medios los instrumentos necesarios para la
recepción de su mensaje. Las escuela valora aquello que ella misma
no es capaz de transmitir.
Al hacer aparecer las jerarquías sociales y la reproducción
de estas jerarquías como algo basado en la jerarquía de dones,
méritos, destrezas establecidas y ratificadas por sus sanciones,
o en una palabra, al convertir las jerarquías sociales en jerarquías
académicas, el sistema educativo cumple una función de legitimación
cada vez más necesaria para la perpetuación del orden social.
Los mecanismos objetivos que permiten a las clases dominantes mantener
el monopolio de los establecimientos educativos más prestigiosos
se ocultan tras el manto de un método perfectamente democrático
de selección que considera solo el mérito y el talento.
Bourdieu sugiere que los capitales culturales se producen, se distribuyen
y se consumen en un conjunto de relaciones sociales relativamente autónomas
de aquellas que producen otras formas de capital.
La noción de habitus señala su desmarque con respecto
al marxismo estructural. El habitus se define como un sistema de disposiciones
internalizadas que median entre las estructuras sociales y la actividad
práctica, siendo moldeado por las primeras y regulado por la última.
El argumento consiste en que, en virtud de su pertenencia de clase, cada
persona cuenta con un "futuro objetivo". Este futuro se entiende por parte
de los sociólogos como un conjunto de probabilidades condicionales.
Los miembros de la clase lo interpretan como un comprensión modalmente
compartida de eventualidades posibles o imposibles, es decir, como una
evaluación común de ciertas expectativas y aspiraciones consideradas
razonables o no razonables.
6. CONCLUSIONES
El impacto de la sociología de la educación en la configuración
del sistema educativo actual es más bien escaso. Fue bastante potente
en la época de Dukheim. Como vimos su sociología contribuyó
a asentar la política educativa de la III República francesa.
Más recientemente la obra de sociólogos como Halsey en el
Reino Unido jugó un papel decisivo en la reforma educativa británica
de los años sesenta.
Hoy en día, especialmente en el caso de la reforma educativa
española, la sociología no parece estar desempeñando
un papel clave, a pesar de que junto con la pedagogía, la psicología
y la epistemología constituye, sobre el papel, uno de los soportes
de la educación. Sin embargo, el profesorado demanda un análisis
sociológico del entorno. No obstante, la sociología de la
educación no se ha revelado especialmente útil en el trabajo
cotidiano del profesor. En general, la sociología es crítica
con la labor del profesor: le considera un agente del sistema, un "extraño
sociológico", un semi-profesional y otra serie de términos
que despiertan escasa simpatía. Por otra lado, cuando la sociología
ha sido importante en la formación inicial del profesorado (cosa
que ocurrió con la obra de Bowles y Gintis La instrucción
escolar en la América capitalista, buena parte de la cual formó
parte de los cursos de formación del profesorado en la Open University
británica -más o menos como nuestra UNED-) se ha convertido
en un elemento de desmovilización: si la escuela reproduce desigualdades,
si los hijos de obrero muy probablemente seguirán siendo obreros,
etc. lo mejor es quedarse cruzados de brazos ante la potencia de las estructuras
sociales. Se hace cada vez más preciso que la reflexión sociológica
se convierta en un punto de apoyo de la tarea docente del profesor, de
modo que este se convierta en un intelectual reflexivo. En parte esta es
la línea de sociólogos como Henry Giroux, el cual se apoya
en Freire para elaborar sus propuestas en favor de una pedagogía
radical. |