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VIETNAM

El país del agua (2)


HOI AN - HUE

(24 de septiembre de 2002)

No ha parado de llover en toda la noche, y cuando tomamos el autobús el cielo está totalmente encapotado. Las previsiones meteorológicas no son especialmente favorables, y nuestro destino, Hue, no tiene un clima excesivamente esperanzador que se diga: la ciudad registra uno de los índices pluviométricos más altos de país, y aunque las peores fechas son entre octubre y diciembre, lo cierto es que llueve mucho en cualquier época del año.

Todavia se conservan bastantes edificios en la Ciudad ImperialSin embargo, nada más llegar a Hue, la lluvia cesa. Nos alojamos en la zona llamada Ciudad Europea, donde se encuentran la mayor parte de los hoteles y servicios turísticos. El nuestro es el Ngo Quyen Hotel, un hotel confortable pero -como descubriremos poco después- con una cocina bastante pobre. Como de momento continúa sin llover, aprovechamos para ir al otro lado del río Perfume, en dirección a la Ciudadela, la antigua ciudad fortificada.

Hue fue en el siglo XIX capital de Vietnam, y por ende albergó la residencia de los últimos emperadores Nguyen. A tal fin, construyeron una Ciudad Imperial al estilo de la Ciudad Prohibida de Pekín, incluyendo en su interior la Ciudad Prohibida Púrpura, adonde sólo tenía acceso la familia del Emperador y sus eunucos. Lo que hoy puede verse de todo eso es bastante poco, aunque lo suficiente para dedicarle una visita.

La Ciudad Imperial sufrió graves destrozos durante la lucha contra los franceses, pero la auténtica masacre la llevó a cabo el ejército norteamericano Uno de los pabellones que flanquean la entrada a la Ciudad Prohibida durante la ofensiva de 1968. Hoy en día, en un mundo en el que genocidios culturales como los llevados a cabo por los talibanes contra las estatuas budistas de Afganistán nos parecen obra de fanáticos salvajes (y efectivamente lo son), no deberíamos olvidar que dichas masacres no llegan ni de lejos a las que franceses y norteamericanos, naciones cultas y desarrolladas, llevaron a cabo en este país no hace tanto tiempo contra buena parte de sus símbolos, sus monumentos y sus referentes culturales. Lo que sucedió en la Ciudad Imperial es un ejemplo de salvajismo norteamericano, con lo fue el bombardeo de My Son o la quema de la Pagoda de un Pilar en Hanoi, esta última obra del ejército francés, por poner sólo unos ejemplos. Basta con mirarse un poco el ombligo para darse cuenta de que los talibanes han tenido en nosotros mismos, las naciones civilizadas, un aventajado ejemplo de salvajismo y barbarie.

La Puerta del Mediodía, el acceso principal al palacio imperial, se mantiene en buenas condiciones. A partir de ahí se accede a diversas salas, palacios y templos entre los que destacan por su buen estado de conservación el Palacio de la Suprema Armonía, las Salas de los Mandarines y la Librería Real.

Una mujer vuelve a casa tras hacer las compras del díaUn enorme foso rodea las murallas de la Ciudad Imperial. Al otro lado, la ciudadela acoge una zona residencial bastante tranquila, llena de pequeños parques y jardines que la convierten en un lugar relajado para el paseo. Está rodeada por un enorme muro que aún se conserva en buen estado. Nosotros la abandonamos por una de sus puertas y nos adentramos por Trang Hun Dao (una enorme avenida que bordea el río) hasta llegar al mercado, también apostado a la orilla del río Perfume. Después, bordeando la muralla, subimos por Phan Dang Lon, una calle viva, llena de tiendas y comercios. Como la lluvia vuelve a hacer presencia con fuerza, tomamos dos honda om (mucho más conscientes del peligro que eso supone) y regresamos al hotel. Ya empieza a anochecer y la lluvia arrecia por momentos, así que decidimos cenar en el restaurante del hotel, pero la comida resulta totalmente decepcionante: mal cocinada, poco sabrosa y torpemente preparada, en absoluto recomendable. De haberlo sabido, hubiéramos preferido mojarnos un poco.

 

HUE

(25 de septiembre de 2002)

Hoy debíamos tomar un barco que nos llevase a través del río Perfume hasta los Mausoleos Reales, pero las inundaciones producidas por las intensas lluvias de estos días nos lo ha impedido. Así que hemos tenido que hacer la visita en automóvil, un coche con chofer para nosotros solos, todo hay que decirlo. Ha habido que pagar $15 más, pero creo que ha merecido la pena.

El Mausoleo de Khai Dinh es el mas reciente de todos los construidos en HueDe los siete mausoleos, sólo hemos visitado dos, aunque probablemente sean los dos más sobresalientes: el mausoleo de Khai Ding y el de Tu Duc. El precio a pagar por cada visita es de 55.000 dongs por persona, más aparte otros 5.000 por el parking. El precio es elevado si se tiene en cuenta el nivel económico del país, pero no tengo la menor duda de que esa cantidad sólo se les cobra a los turistas.

El mausoleo de Khai Ding se construyó en el primer tercio del siglo XX. Su estilo se aleja bastante de la clásica construcción china que domina en los restantes, pero es preciosista y elegante, de evidente influencia francesa. Además, su estado de conservación es excelente. La decoración es realmente impresionante: hermosas figuras de piedra adornan la entrada, y para llegar al templo principal hay que subir cuatro terrazas, también profusamente decoradas. La vista que se alcanza desde arriba es realmente hermosa: el mausoleo está situado en lo alto de una colina cubierta de bosque, un paraje idílico. Una de los patios interiores del mausoleo de Tu Duc Durante nuestra visita no dejó de acompañarnos una fina lluvia que, aunque molesta, confería al lugar un halo de romanticismo verdaderamente extraordinario.

El segundo lugar a visitar es el mausoleo de Tu Duc, un prodigio de armonía entre naturaleza y arquitectura. Su construcción finalizó en 1867 y fue diseñado por el propio emperador Tu Duc, quien en vida lo utilizaba como lugar de descanso. El mausoleo se conserva en muy buenas condiciones y está situado junto a un lago donde el emperador bebía vino y escribía poesía. Además del templo principal, se puede visitar el teatro real, donde el emperador asistía a diversas representaciones realizadas por sus propias concubinas. Es el teatro más antiguo que se conserva en todo Vietnam.

La Pagoda Thien Mu es la mas antigua de Hue, data de principios del siglo XVIIMuy próxima a Hue se encuentra la hermosa pagoda de Thien Mu, cuyo origen data de 1601, lo que la convierte en la más antigua de la ciudad. Está situada a orillas mismo del río Perfume, en un lugar tranquilo y agradable. Está presidido por una enorme estupa de siete gradas visible a mucha distancia, sobre todo si se accede desde el río. Como curiosidad, se puede visitar también el automóvil del que en 1963 descendió el bonzo Thich Quang Duc antes de prenderse fuego a sí mismo en protesta por la política antirreligiosa del presidente Diem -acto que posteriormente daría lugar a la famosa expresión de quemarse a lo bonzo.

No ha dejado de acompañarnos en toda la mañana una persistente y agotadora lluvia. En algunos momentos, especialmente durante la visita al mausoleo de Tu Duc, ha llegado a ser realmente intensa. Sin embargo, justo al abandonar la pagoda de Thien Mu ha comenzado a escampar. Así que pedimos al chofer que nos deje junto al mercado para dirigirnos desde allí a la calle Chi Lang, arteria principal del distrito de Phu Cat, el antiguo barrio chino. Uno de los muchos cafés que abundan en la calle Chi Lang Es una calle llena de comercios, donde descubrimos también numerosos y encantadores cafés. Son espacios reducidos donde sólo se sirve café y té, y resultan ideales para hacer un pequeño descanso. En esta calle todavía se conservan algunas casas antiguas, aunque no en muy buen estado de conservación.

Después bajamos por Thuc Khang junto a un pequeño canal que desemboca en el río Perfume. En sus orillas hay gran cantidad de barcos flotantes donde algunas familias han establecido sus viviendas. A pesar de ello, no abundan las muestras de pobreza extrema ni de miseria en Vietnam, da la sensación de que las necesidades básicas están cubiertas, e incluso abundan los edificios de nueva construcción. Pero todo esto no son más que sensaciones muy personales, no poseo datos reales al respecto. Finalmente llegamos hasta Phu Hoc, una de las entradas de la ciudadela, y comemos en un restaurante de calle de los que abundan por allí.

Calle de HueTras comer satisfactoriamente, como casi siempre, nos dedicamos a recorrer el barrio europeo. Caminamos por la avenida Le Loi, su arteria principal, junto al instituto Quoc Hoc, lo que antiguamente fuera el centro de la Administración francesa. Buena parte de estos viejos edificios coloniales han sido reconvertidos en escuelas, función para la que realmente están muy bien elegidos. La antigua zona francesa es poco atractiva, pero aquí se hallan la mayor parte de los hoteles y de los servicios turísticos. De todos modos, el paseo resulta bastante relajado: varios de los cruces están regulados por semáforos y el tráfico parece algo más ordenado.

Todavia muchas familias viven en barcas a la orilla del Rio PerfumePor primera vez en varios días no ha llovido en toda la tarde, lo que nos ha permitido disfrutar de la visita como hacía días que no conseguíamos. En el núm. 10 de Nguyen Tri Phuong encontramos un restaurante indio, y para variar entramos a cenar, aunque a la postre resultará algo decepcionante. Junto a éste se encuentra el Café On Thu Wheels, recomendado por casi todas las guías y tal vez por eso lleno de turistas (en realidad solo hay turistas, no vemos ni un solo vietnamita). Resulta curioso cómo en determinados momentos algunos viajeros parecen querer huir del país en que se encuentran y buscan refugio en espacios que difícilmente pertenecen al lugar; en este café sólo suena música anglosajona y en la carta predominan platos occidentales, y ese parece ser su mayor atractivo. A mí son cosas que de verdad me cuesta comprender.

 

HUE - HANOI

(26 de septiembre de 2002)

Hue todavia conserva elementos de su pasado imperialHoy salimos en vuelo hacia Hanoi. Como el tiempo ha mejorado muchísimo, antes aprovechamos para dar una última vuelta por Hue. Nos llegamos de nuevo hasta las inmediaciones de la Ciudad Imperial, a menos de media hora del hotel. La ciudad está en plena ebullición, pero apetece andar un poco. Algunas mujeres vuelven del mercado sentadas en los ciclos con toda su compra, apenas queda un milímetro de asiento libre, parece imposible que no pierdan algo por el camino. Una pareja de recién casados se dirige a lo que fue el antiguo embarcadero imperial para hacerse fotos. Un grupo de estudiantes que aparentemente está en clase de educación física comienza a alborotar estrepitosamente cuando paso a su lado y los muchachos posan para mí sin que se lo pida. Son apenas dos horas de caminata, pero la vida en esta ciudad parece fluir a nuestro paso de una manera natural, sencilla pero intensa.

A nuestra llegada a Hanoi luce un sol espléndido. Parece que nuestra mala suerte con el tiempo está llegando a su fin. Tomamos uno de los minubuses que la compañía Vietnam Airlines pone a la llegada de los vuelos y que por 2 USD te llevan hasta el mismo centro de la ciudad. Nos alojamos en el Hotel Golden Key, a poco más de diez minutos del lago Hoan Kiem.

Hanoi es casi tan caótica como Saigón, pero tiene la ventaja de que hay muchos más semáforos, lo cual no te asegura que puedas cruzar alegremente, pero te facilita mucho la tarea. Casi todas las calles tienen árboles y todavía se conservan bastantes casas antiguas. Nos habíamos acostumbrado con rapidez a la mayor tranquilidad de Hue y Hoi An, y la vuelta al bullicio nos impresiona un poco.

El lago Hoan Kiem constituye el centro vital de la ciudadEl lago Hoan Kiem marca el punto central de Hanoi. Al norte se encuentra el barrio antiguo, un conglomerado de callejuelas repleto de tiendas, comercios y hoteles; al sudeste está la parte comercial del antiguo barrio francés, dominado por el Teatro Municipal (antigua Ópera) y la avenida Trang Tien; y al oeste se halla la zona residencial de la antigua administración francesa, ocupada ahora por diversas embajadas, que termina en el Mausoleo de Ho Chi Minh, el  museo erigido en su honor y la milenaria (hasta que el ejército francés decidió darle el finiquito) Pagoda de un Pilar.

Como comienza a anochecer, nos conformamos con caminar por las callejuelas del barrio antiguo. A esta hora dominan las luces de los puestos, aunque se adivinan algunas fachadas interesantes. Probamos unos pinchos aparentemente de cerdo que se cocinan en la calle (apenas hemos visto pinchos parecidos en otros lugares) y nos llegamos hasta el mercado, cerrado ya a esas horas. Escasos ya de ropa limpia, aprovechamos también para comprar algunas camisetas y pantalones. Como nuestros dos últimos días los vamos a pasar íntegros aquí, nos tomamos la visita con mucha relajación.

 

BINH TINH - HANOI

(27 de septiembre de 2002)

Desde la pagoda de Bich Dong se disfruta de una visión impresionanteHoy toca visitar las cuevas de Tam Coc, famosas gracias a la película Indochina. Están a apenas dos horas de camino, y durante todo el trayecto atravesamos campos de arroz que ya han dado el grano esperado. Cientos de campesinos se afanan por recoger la mies sin apenas ayuda mecánica. En la distancia, la belleza de los campos se ve acrecentada por los sombreros de paja que se mueven al compás de la hoz. En las zonas en que ya se ha recogido toda la cosecha, se prepara el terreno para plantar otros productos: verduras, ajos, patatas... Los bueyes de tiro que antes han ayudado a preparar la tierra, se utilizan ahora para tirar de los carros que llevan el arroz recogido.

Antes de Tam Coc visitamos la pagoda de Bich Dong, situada en un pequeño desfiladero rocoso donde hallan también diversos santuarios cuya antigüedad se remonta a comienzos del pasado milenio. Las colinas de piedra caliza son caracteristicas del paisaje de Tam Coc El camino ascendente cruza por alguno de estos santuarios hasta llegar a un alto desde donde se alcanza una hermosa vista del valle. Hace calor, pero aquí la temperatura se mantiene bastante fresquita.

Tras esperar varios minutos bajo un sol abrasador en un pequeño muelle junto al río, subimos finalmente a una de las barcas que nos sumergirán en un paisaje espectacular y hermoso, atravesando hasta en tres ocasiones las hermosas montañas de piedra caliza que nos rodean por completo. El río fluye mansamente, y el camino es por momentos más hermoso, sosegado y plácido; las barcas que hacen el recorrido se van dispersando poco a poco, lo que nos permite disfrutar más aún cada momento. Alguna de las grutas por las que atravesamos nos obliga a bajar la cabeza, dentro de ellas el frescor diluye el calor de la tarde. Lamentablemente, cuando el recorrido de ida toca a su fin, una marabunta de vendedores se cierne sobre las barcas echando al traste toda la maravilla del lugar. Por si fuera poco, unos pseudofotógrafos se dedican a asolar a los turistas que regresan intentando venderles unas horrendas fotografías que les han hecho en el momento de la partida. El camino atraviesa algunas grutas que nos obligan a bajar la cabeza Y para terminar, los propios barqueros se empeñan en estropear el viaje de vuelta tratando de venderte camisetas, bordados y yo qué sé cuántas cosas más sin permitirte que disfrutes como se merece de un espacio así. Pero a pesar de todo, la hora larga que viene a durar el trayecto de ida justifica el sufrimiento posterior.

De vuelta a Hanoi nos sentamos en unas mesas que hay dispuestas en la calle para tomar cerveza de barril. Nada más sentarnos, nos ponen una jarra a cada uno. La cerveza está fresca, es suave y de poca gradación. Aunque sabíamos que en buena parte de Vietnam se consume cerveza de barril, no la habíamos visto hasta llegar aquí. Los bueyes de tiro son usados como fuerza fundamental para el trabajo en el campo Es la primera vez que tomamos una y pagamos la novatada: nos cobran por cada jarra 4.500 dongs (unos 0,30 euros), cuando en realidad cuestan 1.500.

Está comenzando a anochecer, así que nos dirigimos hacia la antigua Ópera para caminar por lo que fue el barrio francés. Son avenidas amplias y, en especial Trang Tien, repletas de elegantes comercios, lujosos hoteles y numerosas galerías de arte (en Hanoi hay muchas galerías tanto de pintura tradicional como contemporánea). Aprovechamos también para poner unos cuantos e-mails y por casualidad entramos a cenar en un pequeño restaurante vegetariano algo escondido pero muy atractivo llamado Nang Tam, situado en el núm. 79 de la calle Tran Hung Dao. La comida resulta ser excelente, con una carta elaborada y asequible. Además, ofrece diversos menús a muy buen precio que te permiten probar cosas distintas cuando no tienes muy claro qué elegir.

 

HANOI - CAT BA

(28 de septiembre de 2002)

Lo que mas atrae a los turistas a la costa nordeste de Vietnam es el paisaje mistico de la bahia de Ha LongHoy hemos tenido un día extraordinario. La Bahía de Ha Long es uno de los lugares más maravillosos que se puedan contemplar en este planeta, siempre sorprendente a pesar de su merecida fama; además, un sol radiante pero suave al mismo tiempo no ha dejado de acompañarnos ni un solo segundo. Después de una primera semana de lluvias y mal tiempo, en esta segunda semana han cambiado las tornas por completo.

Nosotros llevábamos la excursión organizada desde Hanoi. En esta ocasión hemos hecho la excursión con Queen Travel, en el lugar del clásico Sinh Cafe, y desde luego el trayecto hasta Bay Chay ha sido bastante más llevadero: tanto calidad del autobús como la prudencia del conductor han mejorado mucho. La excursión incluía también la comida, cuya cantidad y calidad han sido igualmente estimables. Para los más independientes, existe también la posibilidad de viajar hasta Bay Chay en autobús, pasar la noche en uno de los innumerables hoteles que por aquí abundan, tomar a primera hora de la mañana siguiente un trasbordador hasta Cat Ba, y en la propia isla alquilar un bote para visitar como se merece este espléndido lugar .

En el puerto de Cat Ba se concentran diversas viviendas flotantesDesde la carretera, mientras nos aproximábamos, podían vislumbrarse en el horizonte como en una visión maravillosa las formas hermosas y exuberantes de las islas de piedra caliza que bordean a modo de muralla toda la bahía. Tal promesa no ha quedado defraudada en lo más mínimo: han sido cinco horas intensas, casi diría que fecundas, perdidos en la inmensidad turquesa del agua y rodeados por las innumerables isletas de alrededor. El viaje incluía la visita a la cueva de Hang Dau Go, compuesta por tres enormes cámaras cuya espectacularidad reside no tanto en las estalactitas que contiene como en su profundidad y anchura. Toda la zona es rica en esta clase de formas geológicas, y organizando el viaje con cuidado se pueden visitar varias de ellas.

Otra de las posibilidades que brinda el lugar es llegarse hasta alguna playa y tomar un baño en sus cálidas y transparentes aguas, teniendo cuidado, eso sí, en evitar las puntiagudas piedras que abundan bajo la arena (no hay que olvidar que la estructura rocosa que vemos en la superficie existe también en el fondo). O algo mejor todavía: detener el barco en alguna ensenada y lanzarnos al océano profundo para disfrutar como nunca de un relajante baño en soledad.

Visión general del puerto de Cat BaTras extasiarnos durante horas con la belleza de las formas calizas de nuestro alrededor, llegamos por fin a Cat Ba. Alrededor de la isla se ha formado una pequeña ciudad flotante, compuesta por un cada vez mayor número de casas cuadrangulares con tejado (del estilo de las que los niños suelen pintar en sus cuadernos de dibujo) de vivos colores montadas sobre plataformas para que se mantengan a flote. Además de las viviendas propiamente dichas, existen también restaurantes e incluso escuelas, y para trasladarlas de un sitio a otro acoplan unas barcas con motor a ambos lados de la casa.

Sin embargo, el pueblo de Cat Ba situado en el interior de la isla apenas merece la pena. En los últimos años han proliferado numerosos hoteles que se sitúan a lo largo del puerto a imitación de un reducidísimo Benidorm. Nuestra excursión no incluía la visita al parque nacional de Cat Ba, pero según nuestras informaciones, si se está en buena forma física merece la pena hacerlo.

 

CAT BA - HANOI

(29 de septiembre de 2002)

En los 1500 kilometros cuadrados que ocupa la bahía se pueden encontrar mas de 1600 islasSi ayer fue un día extraordinario, el de hoy sólo podría calificarse como magnífico. De las diez personas que hicimos el recorrido de ida, sólo Rosana y yo regresamos a Hanoi. El resto se ha quedado en la isla para recorrer el Parque Nacional de Cat Ba; lamentablemente, nosotros, faltos de tiempo, debemos regresar ya a Hanoi. Pero eso significa que tenemos el barco entero a nuestra disposición. Y aunque a esa misma hora diversas embarcaciones parten del puerto, en pocos minutos se van dispersando por caminos distintos. Entonces, la sensación de estar inmersos en un espacio puro y sorprendente es mayor que nunca.

Realizamos la vuelta por un camino diferente al de ayer, quizá menos abrupto pero igual de hermoso. El día continúa soleado, y desde cubierta la visión que se obtiene parece más espectacular que nunca. A nuestro lado pasan pequeñas embarcaciones de pesca con las capturas obtenidas a primera hora; alguno de ellos cruza junto a nuestro barco para ofrecernos alguno de sus productos.

Espectacular vista de la bahíaHacemos una breve parada en una ensenada para nadar un poco. Al sumergirme en aquellas aguas claras y profundas, de nuevo miles de sensaciones irrepetibles afloran en mi piel. Basta con girar la cabeza y observar los hermosos picos de alrededor para disfrutar como nunca de toda su belleza. Si el lugar es extraordinario, la soledad refuerza hasta limites inimaginables el placer de su contemplación.

También el autobús de vuelta es sólo para nosotros. Eso nos permite detenernos alguna que otra vez para ver más de cerca los campos de arroz que jalonan sin interrupción el recorrido y tomar algunas fotografías imprescindibles. La amabilidad del conductor incrementa el disfrute del viaje.

La representación de las marionetas de agua resulta sumamente vistosaYa en Hanoi, hoy toca asistir a una representación de las marionetas de agua. Antes, entramos a cenar en el restaurante que hay en el núm. 36 de la calle Hang Gray, junto al Hotel Prince II. Del menú, recomendaríamos sin lugar a dudas las gambas rebozadas con sésamo.

A las ocho en punto comienza la representación aludida. Y lo cierto es que el espectáculo resulta enormemente vistoso. La iluminación del escenario, la música en directo que acompaña a cada pieza y la propia habilidad de los actores que manejan los muñecos, añadido al colorido de éstos, convierten la representación en algo más que un atractivo espectáculo: en una deliciosa maravilla. Las representaciones ofrecen diversos momentos de la vida vietnamita y algunos de sus mitos principales.

 

HANOI

(30 de septiembre de 2002)

Vendedora de floresEste es nuestro penúltimo día en Vietnam. Disponemos de dos días para recorrer la ciudad de arriba a abajo, probar nuevos platos y realizar las últimas compras (actividad ésta que odio cada vez con más intensidad). Bajamos andando desde el hotel con dirección a Cau Go, donde se encuentra el barrio antiguo. Antes pasamos por la calle Hang Gai, donde se alojan la mayor parte de los comercios de seda. Dicen los entendidos que la seda de Vietnam es de menor calidad que la de otros países del entorno (como Tailandia, por ejemplo), pero en relación con su precio está bastante bien. Como personalmente entiendo bastante poco del tema, suelo dejar la tarea a los entendidos. Así que mientras espero sentado a la puerta de un comercio a que mi compañera haga las compras oportunas, varios locales se me acercan para entablar conversación, o mejor dicho, para hacerme las preguntas de rigor: ¿Cómo estás? ¿De dónde eres? ¿Estás casado? ¿Cuántos hijos tienes? Los más duchos en el inglés llegan un poco más lejos: ¿Cuánto ganas? ¿Cuánto gastas al día en Vietnam? Durante los aproximadamente quince minutos que estoy esperando a la puerta de la tienda se paran junto a mí bastantes personas, generalmente para venderme algo, pero cuando les digo que no quiero nada empiezan las preguntas. El peso de los balancines que portan las mujeres es considerable Unos niños limpiabotas de 14 años se ofrecen para adecentarme mis viejas sandalias. Les pregunto por qué no van al colegio pero no me responden. Una muchacha que lleva una de esas balanzas tan habituales por aquí cargada de plátanos se detiene para secarse el sudor. Es joven, no llegará a los treinta. Cuando le pregunto si está cansada me invita a probar por mí mismo el peso de su balanza. Y tengo que reconocer que sólo levantarla del suelo me exige un esfuerzo enorme: caminar varios metros con ella se me antoja una tarea imposible. Así que la dejo inmediatamente en el suelo. Ella la recoge de nuevo con mucha menos dificultad que yo, se la echa al hombro y continua su recorrido como si tal cosa.

Esto me hace pensar que difícilmente un turista puede hacerse a la idea de cómo es realmente la vida aquí. Vemos los campos de arroz poblados de vietnamitas que de sol a sol se afanan por recoger lo antes posible cada cosecha; vemos miles de mujeres cargadas con pesadísimas balanzas que la mayor parte de nosotros seríamos incapaces de alzar tan solo unos metros del suelo; Hanoi es la unica ciudad que conserva el casco antiguo de los comerciantes subimos en sus viejos ciclos para que un esforzado conductor mueva hasta ciento veinte kilogramos con la sola ayuda de sus músculos; pero todo son como pequeños flashes, detalles de exotismo que corremos a recoger rápidamente en nuestras cámaras pero que jamás llegaremos a aprehender en su dimensión auténtica.

Ya en el barrio antiguo, el laberinto de calles invita a zigzaguear de un lado a otro a la búsqueda de las llamadas casas tubulares, edificios estrechos cuya fachada en algunas ocasiones apenas supera los 2 metros de ancho pero que alargan su interior hasta alcanzar casi los 60 metros. Todavía pueden encontrarse en Hanoi casas con varios siglos de antigüedad. En concreto, en el número 87 de la calle Ma May puede visitarse una construida en el siglo XIX y que ha permanecido habitada hasta nuestros días.

Dos hermosas jóvenes vietnamitasEl ambiente es bullicioso, la gente y las motos se entrecruzan constantemente en nuestro camino, las aceras son estrechas y se circula mejor por la calzada. En la citada calle Ma May se hallan varias casas de una planta cuya parte baja hace las veces de tienda. En el número 64 de la misma se conserva todavía la casa comunal, que servía de lugar de reunión a los vecinos. En realidad, todo el barrio antiguo está plagado de maravillosos lugares que merecen la pena ser vistos con detalle y con calma.

Las calles se organizan por gremios, es decir, cada calle se ha especializado en un tipo de comercio determinado: está la calle de las zapaterías, la de las telas, la de los muebles, la de los artesanos, la de las funerarias, etc. En la parte norte del barrio se encuentra el mercado de Dong Xuan, el más grande de la ciudad. Pero a nosotros, una vez vistos los de Cholón, Nha Trang y otros, nos impresiona demasiado.

Uno de los muchos restaurantes de calle que se pueden encontrar en HanoiCasi por casualidad encontramos un bar en el número 13-15 de la calle Hang Tre donde entramos a tomar un pequeño descanso. El sitio está impecablemente limpio y además disponen de aire acondicionado, pero no tienen carta en inglés, sólo en vietnamita. No es un sitio, por tanto, donde recalen demasiado los turistas, a diferencia de algunos otros cafés de Hang Gai en los que solo ves extranjeros. Por 10.000 dongs te ponen una gigantesca cerveza de barril, tal vez de litro y medio. Es como un oasis en medio del achicharrante desierto.

Comemos en un precioso restaurante alojado en una antigua casa tradicional, en la atractiva calle Ma May. El sitio es realmente sugestivo, muy bien decorado, de ambiente agradable. Su nombre es Bar-Restaurante 69 (que nadie se ilusione, se refiere únicamente al número del portal). Uno de los platos que más nos satisfacen son las gambas salteadas con brócoli.

Estampa cotidiana en las calles de HanoiDespués buscamos una zona más tranquila y nos paseamos hasta la antigua Ópera, en el extremo este de la calle Trang Tien. Tomamos más tarde la calle Khay Trong hasta llegar a la Catedral de San José, situada en una plaza al final de la calle Nha Tho. El lugar sería apacible y relajante si no fuera por los vendedores de guías y libros, los conductores de ciclos, los vendedores de camisetas y un sin fin de personajes más que abordan sin interrupción a los extranjeros con el propósito de colocarles lo que sea. Es este un mal general en toda Hanoi, a un nivel muy por encima del resto del país. Lo que podría haber sido un paseo ameno y relajante acaba convirtiéndose en un auténtico suplicio. Ignoro si con este sistema logran vender algo, pero de lo que sí estoy seguro es de que al cabo de tres o cuatro horas uno acaba totalmente harto.

 

HANOI

(1 de octubre de 2002)

Una de las calles próximas a la ópera de HanoiEste va a ser nuestro último día, y todavía nos queda mucho por ver. Así que nada más amanecer salimos en dirección a la calle Dien Bien Phu (en homenaje a la batalla en que los vietnamitas derrotaron al ejército francés), donde se encuentran la mayor parte de las embajadas extranjeras. Antes nos aproximamos a la estación de Hanoi, que nos pilla de camino. Y, de repente, nos encontramos inmersos en el caos más insólito, desordenado y agotador que pueda recordar. Las calles próximas a la estación se hayan atestadas de motocicletas que pugnan por encontrar un mínimo hueco por el que avanzar siquiera unos metros; las intersecciones de las calles son un tumulto incomprensible de motos, peatones y ciclistas sin que nadie parezca saber bien qué dirección tomar; hay multitud de puestos de venta y de comida en las aceras, pero todo está enormemente sucio: el humo de los vehículos es asfixiante, y el ruido, ensordecedor. Por fin, al alcanzar Dien Bien Phu todo cambia: parece un remanso de tranquilidad. Era la antigua zona residencial francesa, y abundan edificios coloniales en excelente estado de conservación; la circulación ha descendido de una manera brusca, y da la sensación que incluso la atmósfera es mucho más respirable.

Según una leyenda popular, la Pagoda de Un Pilar fue fundada en 1049 por el Rey Ly Thai TongLlegamos finalmente a la plaza Ba Ding, un espacio enorme y abierto ideado para albergar grandes desfiles militares y patrióticos, a cuyos lados se sitúan el Mausoleo de Ho Chi Minh (un edificio feo de altas columnas cuadradas al estilo soviético, por mucho que digan que simula una gran flor de loto) y el Parlamento (más de lo mismo). A pocos metros, se pueden visitar también la casa de Ho Chi Minh, el Palacio Presidencial y el Museo de Ho Chi Minh. Junto a estos se encuentra la antiguamente milenaria Pagoda de Un Pilar, hoy una simple reproducción gracias a que en 1945 los soldados franceses la destruyeron por despecho emulando a los hoy tristemente famosos talibanes.

Desde Hong Vuong se puede llegar al enorme Lago del Oeste, un resto del río Rojo que constituye el mayor lago de Hanoi. En el propio lago se encuentra la Pagoda Tran Quoc, la más antigua de la ciudad.

El Templo de la Literatura es uno de los pocos edificios que quedan en la ciudad original del rey LyDesde aquí tomamos un ciclo hasta el Templo de la Literatura. Los habitantes de Hanoi lo consideran el templo más interesante de la ciudad. Se trata de un templo confucianista que en el siglo XI constituyó la primera universidad del país. El lugar es realmente hermoso, hay edificios originales y otros reconstruidos, y lo cierto es que el lugar invita a la meditación y el reposo. Constituye un ejemplo perfecto de la maestría oriental para armonizar naturaleza y arquitectura.

Llegada la hora de comer, no encontramos demasiados restaurantes por aquí (cosa extraña en Vietnam, donde toparse con un restaurante es una tarea fácil y rápida). Entramos en uno de aspecto japonés llamado Brother's Cafe, en el núm. 26 de la calle Nguyen Thai Hoc, que resulta ser tipo buffet en apariencia bastante lujoso. Hay bastantes extranjeros (aunque no sólo extranjeros), y para comer hay que pasar a una pequeña y acogedora terraza cubierta. El precio es de 80.000 dongs por comensal (algo más de 5 euros), bebidas aparte. No ofrece platos en verdad especiales, aunque la calidad es en general buena. Aunque hace calor, unos enormes ventiladores alivian lo suficiente (y de paso enfrían la comida antes incluso de que te de tiempo de empezar a probarla).

Multitud de puestos recorren el centro de HanoiPor última vez regresamos al barrio antiguo, entre otras razones para disfrutar de la tranquilidad del lago Hoam Cham (si los vendedores ambulantes nos lo permiten, claro está). Este lago, también herencia del viejo cauce del río Rojo, alberga un antiguo templo llamado Den Ngoc Son, dedicado a un heroico guerrero nacional.

Continuamos por las callejuelas estrechas de Cau Go hasta alcanzar de nuevo el mercado. Estamos cansados pero hay que aprovechar las últimas horas de luz. El caos parece mayor que otros días, y creo que por mucho tiempo que viviera aquí no me acostumbraría a las motocicletas que van y vienen sin cuidado ni a los incansables vendedores que no te dejan oportunidad para observar con serenidad lo que sucede alrededor. Como en el final de una hermosa película, el sol se ha ocultado ya y las exiguas luces de las farolas pasan a iluminar este inmenso y desaforado decorado donde la vida explota a cada segundo sin conceder la menor tregua, exigiendo de cada uno toda su capacidad de adaptación y de aguante sin otra finalidad que la de llegar al día siguiente, mientras pasan a tu lado miles de rostros ajenos y de experiencias únicas que tal vez nadie podrá llegar a comprender por completo.

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